Sociedad

Viruela símica: la batalla perdida en México

A pesar de las protestas convocadas por numerosos activistas como Alaín Pizón on Ro Banda, la Secretaría de Salud en tiempos de la Cuarta Transformación sigue echándonos en cara su homofóbica indiferencia. A estas alturas podemos decir que la viruela del mono en México es una batalla perdida.

De acuerdo con un reporte de la Organización Mundial de la Saludcorrespondiente a la última semana de enero, México era el primer país en la región de las américas reportando nuevos casos de viruela símica, con un repunte de 72 casos. Al 9 de febrero, ese puesto lo ocupó Chile, con 9 casos. Si bien México se sitúa en el cuarto lugar del total casos del continente americano en la región de las américas, también es el país que más personas están dando positivo a viruela del mono en las últimas semanas.

Personas que son hombres.

A prácticamente un año de detectarse los primeros casos que surgieron de fiestas sexuales en costas Ibéricas y concurridas por hombres en su franca totalidad, le evidencia científica es contundente: el póstumo brote de monkeypox hoy renombrado como mpox, viruela del mono o símica fuera de su zona endémica (África) afecta en un 97 por ciento o más a hombres que tienen sexo con hombres en contextos de promiscuidad y prácticas de riesgo. Como el sexo gay sin protección. Como el porno que nos excita en la actualidad: no importa que lo aceptemos o lo veamos a escondidas incluso de nuestra propia vergüenza internalizada. El instinto de sobrevivencia nos ha orillado a aprender la hipocresía buga como salvavidas social.

La estadística desbordó la tendencia el verano pasado. El periodo de junio (conocido como el mes del orgullo) a agosto del 2022 fue cuando los picos de contagios por viruela del mono tocaron límites que se rebasaban al día siguiente. Llegando un máximo de 450 casos por día. Probablemente consecuencia del desmadre que se arman alrededor de las marchas que suelen terminar en sexo anónimo, grupal, estimulado por sustancias. Han fallecido hombres pero no se considera un virus de incidencia mortal. Aunque bastaría un solo deceso para tomar acciones de salud públicos. Cada contagio de viruela símica entraña una vida humana con un entorno social. Implica insoportables dolores y malos tratos de personal médico.

No había muchas opciones para frenar los contagios perfectamente focalizados para ese entonces: abstinencia sexual o vacuna. Puesto que los condones no evitaban el contacto de los roses, las caricias o los besos sofocantes.

Gobiernos como los de Canadá, Estados Unidos y algunos países de Europa tenían claro desde el principio que pedirle a la población clave afectada dejar de coger era poner el deseo entre hombres en una olla exprés.

Ser homosexual es más que protagonizar campañas de publicidad que promueven inclusión y un consumismo salvaje. O ser empático con cuanto hashtag se atreviese sobre la pantalla. Ser puto es jugársela primitivamente por ser uno mismo aunque la coherencia del deseo implique atentar contra la salud. Con todo y que la salud y su buen mantenimiento es un espejismo monótono que induce al sabotaje. El personaje de Dr. Faustus, la infernal novela de Thomas Mann, sufre una repentina ola de fiebre y creatividad después de contraer sífilis. La enfermedad es un doloroso recordatorio de la vida como punto entre dos nadas y que tanto estamos dispuestos a vivirla a pesar de las consecuencias de nuestras decisiones.

Para muchos, homosexuales incluidos, la urgencia del sexo entre hombres (para mi vital) suena chocante. Es el estigma inagotable con que se nos juzga a los homosexuales. Por eso es disidente. Y no dejo ni dejaré de hacerlo. Los jotos tampoco estamos para dar explicaciones. Lo cual no es razón para excluirnos de los derechos a la salud que no se condiciona por ligas morales.

Los recursos del primer mundo permitieron que el laboratorio Jynneos (al perecer de los poquísimos que seguía produciendo vacunas contra la viruela del mono) aumentara y acelerara la producción de dosis. De acuerdo con el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, dos inyecciones de Jynneos en un lapso de cuatro semanas producen 70 por ciento de prevención de contraer viruela del mono. Una dosis es mejor que nada. Las campañas de vacunación tuvieron una geografía precisa: hospitales, festivales donde se congregaran homosexuales, bares con cuartos oscuros, saunas o clubes de sexo. El acceso era gratuito no importando que se contara con seguro médico. Pero si bien había que responder un cuestionario antes de pasar a la mesa donde el enfermero esperaba sobre una mesa plegable repleta de dosis, alcohol y motas de algodón. Si se respondía con honestidad marcando casillas como de sexualidad monógama, los más probable es que no fuera candidato a recibir la vacuna. Había que reconocer la promiscuidad o el trabajo sexual como requisito para acceder a las dosis.

El gobierno mexicano, a través de la Secretaría de Salud, nunca mostró interés alguno en adquirir la vacuna de Jynneos. Con toda la actualización científica, aseguraba (y lo sigue haciendo) que: “La evidencia científica disponible sugiere que las dos vacunas existentes tienen una efectividad imprecisa para prevenir la símica”. Siendo que los países que inocularon a la población homosexual presentaron un radical descenso en el registro de nuevos casos de viruela del mono que se sostiene al día de hoy. El máximo de nuevos casos que manifiestan esporádicamente es de uno por día. Países entre los que se encuentra una docena latinoamericana que adquirieron las vacunas bajo un esquema de compra conjunta con la Organización Panamericana de la Salud: Bahamas, Belice, Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador, Guyana, Honduras, Jamaica, Panamá, Perú y Trinidad y Tobago. Colombia tuvo acceso a 25 mil dosis después de un acuerdo de colaboración con el gobierno japonés.

Una batalla que aunque perdida sigue detonando bombas. No sólo vienen de la vigente propagación del virus. Sino de las timoratas e insultantes campañas de prevención. Como la emitida recientemente por una cuenta secundaria del Centro Nacional para la Prevención y Control de VIH Sida, Censida, en donde celebridades de internet sugieren frente a la cámara que la prevención de contagios de viruela símica consiste en desinfectar superficies, llevar cubrebocas y estar atentos a síntomas. Esto último tampoco sirve de mucho cuando la confirmación de casos se ve ralentizada por la burocracia que implica la centralización de las muestras de laboratorio. Los contextos sexuales endémicos al actual brote de mpox no se insinúan ni por hacer un guiño a la cuota de diversidad. Una campaña insoportablemente conservadora de un gobierno que no se cansa de señalar conservadores como deporte para legitimar su espectro político.

Por cierto, el video fue eliminado de plataformas. Al igual que la posibilidad de acceso a las vacunas.

Wenceslao Bruciaga


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Wenceslao Bruciaga
  • Wenceslao Bruciaga
  • Periodista. Autor de los libros 'Funerales de hombres raros', 'Un amigo para la orgía del fin del mundo' y recientemente 'Pornografía para piromaníacos'. Desde 2006 publica la columna 'El Nuevo Orden' en Milenio.
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