En lo que va del año, la recaudación de impuestos ha aumentado en 8.9%, su incremento más alto en 8 años.
Esto ha llevado a algunos expertos a asegurar que Sheinbaum está llevando a cabo una reforma fiscal secreta, un cambio en recaudación tan ambicioso como el que en su momento llevó a cabo Peña Nieto.
El problema es que no es cierto. Después de la reforma de Peña Nieto los ingresos tributarios aumentaron en 28%, un aumento tres veces superior al que observamos ahora. Así, durante el último sexenio del PRI la recaudación aumentó en casi 5 puntos del PIB, esto es, se duplicó en millones de pesos constantes.
Al paso actual, Sheinbaum no podrá replicar lo que en su momento hizo Peña Nieto.
Esto se debe a que hasta ahora, el enfoque de recaudación ha estado solo en tres aspectos.
Primero, mejorar la recaudación en aduanas. Esto incluye medidas para identificar y cancelar beneficios fiscales a empresas que simulan ser manufactureras de exportación, revisar los precios de transferencia, e imponer aranceles nuevos a ciertas industrias.
Segundo, se han aumentado notablemente las revisiones fiscales. Utilizando ajustes puramente administrativos, el SAT ha logrado mejorar su recaudación a partir de implementar con más firmeza las reglas existentes. También se han bloqueado en mayor medida las compensaciones y se han negado más las devoluciones.
Finalmente, debido a que los salarios han aumentado, el ISR que pagan los trabajadores también lo ha hecho. Esto se refleja automáticamente en mayores ganancias para el SAT.
Todas las medidas anteriores eran necesarias y son legales. Sin embargo, no son suficientes.
Si la prioridad de Sheinbaum es evitar a toda costa una reforma fiscal formal, el único camino verdaderamente viable para ella no será dentro del SAT, sino en los tribunales. Particularmente, su gobierno podría comenzar a judicializar más casos y asegurarse de no perderlos.
Aun así, no estoy segura de que México pueda evitar por mucho más tiempo el discutir a fondo una reforma fiscal formal, que incluya no solo un aumento de tasas de ISR para personas físicas sino también una revisión de las pensiones.
Es urgente repensar la justicia fiscal ya no solo en términos recaudatorios sino también generacionales. No puede ser que los jóvenes estén pagando más impuestos que nunca para pagar pensiones a las que ellos nunca tendrán acceso. El Estado no tiene por qué dar pensiones millonarias a un puñado mientras la mayoría no tiene una vejez digna.