La Unión Europea tiene como fundamento un conjunto de valores (democracia constitucional, Estado de derecho, defensa de los derechos humanos) y un conjunto de compromisos que se derivan de ellos. Si se quiere algo similar para nuestro continente, sería sensato fundamentarlo en un conjunto de valores y compromisos similares.
Pero estamos lejos de eso. Hay regímenes claramente autocráticos en América: Cuba, Nicaragua, Venezuela. Sé que habrá quien los considere “verdaderas democracias”, gobiernos que defienden lo derechos humanos del pueblo y no de las élites. Pero se trata de argumentos muy endebles.
A la lista hay que sumar a Donald Trump y a muchos de sus seguidores, que con el intento de tomar el Capitolio demostraron que la democracia constitucional y el Estado de derecho los tienen sin cuidado.
El carácter autocrático de esos regímenes es el argumento que los podría dejar fuera de la próxima Cumbre de las Américas. Claro que no es lo mismo participar en una reunión de mandatarios que formar una comunidad como la europea. Pero hay que tener presente que hay una ausencia de valores compartidos, a diferencia de lo que ocurre en el viejo continente.
Por más deficiencias que tengan nuestras democracias representativas, se distinguen de los regímenes autocráticos. Es difícil afirmar que los presidentes de los tres países mencionados representan a sus sociedades. Representan a una burocracia dorada, que vive con privilegios en medio de la pobreza generalizada y la ausencia de derechos políticos.
No es el caso de México. Por eso extraña, desde cierta perspectiva, la simpatía de nuestro presidente hacia esos países. La forma de expresarla pone en riesgo la relación de nuestro país con el vecino del norte. Estados Unidos no solo es nuestro principal socio comercial. Se dice que, en estos años, las exportaciones a ese país han sido el único motor de la economía mexicana. Pero hay más: millones de mexicanos viven en ese país. Millones dependen de las remesas desde allá. Hay vínculos históricos y geográficos innegables (hay también agravios). Todo indica que en el futuro esos vínculos se incrementarán, si no ocurre una tragedia.
El Presidente tiene todo el derecho de tener preferencias políticas. Pero mientras ocupe el cargo que ocupa, no representa a sus preferencias, sino a los intereses del país.
Víctor Reynosovmra58@yahoo.com.mx