La administración pública en México, en teoría, debería estar conformada por los individuos más capacitados y con integridad, seleccionados para gestionar recursos y políticas de manera eficiente y transparente en beneficio de la sociedad.
En la práctica, desde hace años, se ha visto una tendencia preocupante hacia el compadrazgo y el amiguismo, lo que debilita la efectividad y legitimidad de las instituciones gubernamentales.
El compadrazgo, entendido como la práctica de asignar puestos y contratos a amigos, familiares y aliados políticos en lugar de a personas con la experiencia y competencia necesarias, ha permeado en todos los niveles de gobierno: municipal, estatal y federal.
Esta dinámica no solo afecta la eficiencia de la administración pública, sino que también facilita la corrupción, crea redes de lealtad que desvían fondos públicos, aceptan sobornos y otorgan contratos sin la debida transparencia.
La consecuencia más inmediata de estas prácticas es la ineficiencia en la gestión pública. La falta de personal calificado lleva a la mala administración de recursos y proyectos, resultando en obras inconclusas, servicios públicos deficientes y un uso ineficiente del presupuesto.
Además, la percepción y evidencia de corrupción y amiguismo socavan la confianza pública en las instituciones, reduciendo la participación ciudadana y la legitimidad del gobierno.
Las decisiones políticas, influenciadas por intereses personales y de grupo, en lugar de basarse en el bien común, afectan la calidad y efectividad de las políticas públicas implementadas.
Además, es crucial implementar sistemas de selección basados en méritos y competencias, asegurando que los puestos se otorguen a las personas más calificadas.
Fomentar la participación ciudadana en la toma de decisiones y en la supervisión de la gestión pública es esencial para atender las necesidades de la comunidad de manera efectiva.
Es imperativo que México avance hacia una administración pública más justa, transparente y eficiente, donde el interés común prevalezca sobre los intereses personales y de grupo.
Solo así se podrá restaurar la confianza en las instituciones y construir un país más equitativo y próspero para todos.