Es notable que los mercados han ido cambiando, en algunos casos en forma evolutiva, sin embargo, en otros, pareciera que siguen haciendo mella algunos rasgos del consumerismo en el que vivimos.
Si bien por un lado se espera que la consciencia por el medio ambiente provoque que los compradores sean más selectivos en su forma de consumir, también se han disparado tendencias que son el fiel reflejo de lo superfluo.
Así, actualmente estaremos viendo, cada vez más, que la gente procura comprar cosas más naturales y auténticos, procurar estilos de vida más saludables y tener mucha más información referente a la importancia de la salud.
Sin embargo, también esta situación lleva a comportamientos más banales, como el hecho de convertir el bienestar en un símbolo de estatus. Se acuña ahora el término “atleisure”, una combinación entre “athletic” (atlético) y “leisure” (ocio), donde es más notorio el ocio que lo realmente saludable. En cuestión de moda, serían todos los artículos que sin servir del todo para el ejercicio, dan la apariencia de esto, pero lujoso, por el mero estatus: zapatos deportivos, gorras, ropa, etc.
Por el otro lado, el ritmo de vida no nos permite costumbres de antaño, sin embargo, la gente busca soluciones procurando una vida más natural y sana, pero con opciones rápidas que les otorgue la posibilidad de conjugar el escaso tiempo con el bienestar.
Adicionalmente, vemos que los esfuerzos se han enfocado más en los nuevos consumidores, es decir, en ir formando consumidores desde pequeños, aún para productos que son identificables con etapas de la vida más maduras, así como dejar de procurar satisfactores a la generación millennial y seguir haciendo esfuerzos por mantener y acrecentar el consumo de quienes cuentan con los recursos económicos, la generación babyboomer o bien, la X.
Posiblemente se está reconociendo que son estas generaciones, anteriores y posteriores a los jóvenes del milenio, las que tienen mayor potencial de compra. Los mercados, están cambiando.
