Comunidad

Guadalajara, tierra de mercaderes

Con la colaboración de Salvador

Dueñas Rodríguez

L a articulación histórica de la ciudad de Guadalajara no podría entenderse sin la participación activa del barrio de San Juan de Dios, uno de los barrios más antiguos de nuestra ciudad; y que fue desde su origen, sede de las más importantes actividades económicas y comerciales de la Nueva Galicia.

En este punto se recibía a los viajeros, arrieros y comerciantes, que abastecían de los productos agropecuarios, artesanales y de manufactura exterior, que requería la Guadalajara de Indias y su creciente población.

Allí se concentraban también los primeros comerciantes que, según cuenta la leyenda y tradición, dieron origen al gentilicio de “tapatío”. Vocablo que procede del náhuatl, tapatiotl, y significa: vale por tres; en referencia a pequeños costales con granos de cacao, moneda habitual de los habitantes del valle de Atemajac.

Pero es hasta mediados del siglo XX, que, durante el periodo del gobernador Agustín Yáñez, se mandó construir el actual Mercado Libertad. La obra del arquitecto Alejandro Zohn, es un edificio representativo del Movimiento Moderno de la Arquitectura, y que cuenta con declaratoria de Monumento Artístico, por el Instituto Nacional de Bellas Artes. Patrimonio cultural edificado que ofrece, significado y representación sociocultural que trasciende el tiempo, y constituye parte importante de la herencia de las generaciones y contextos que nos antecedieron.

Hoy en día, el Mercado Libertad se enfrenta a problemas múltiples que tienen que ver con la errada función reguladora del Estado; desde la ineficiencia en su protección y conservación, las limitadas y desarticuladas políticas públicas, la corrupción evidente que permite la violación de los más mínimos estándares de seguridad y protección civil, y la aparición de mafias que controlan la piratería y el comercio informal.

Por si esto fuera poco, ahora debemos sumar a la problemática, un incendio de extraña procedencia que destruyó más de 400 locales, y dejó en el desamparo económico a la misma cantidad de familias.

Es momento de actuar con responsabilidad y a la altura de las circunstancias. Restituir íntegramente las partes dañadas; y asegurarse que la estructura del edificio no represente riesgo alguno para usuarios y locatarios. Es momento, de revisar todos los mercados municipales de la entidad, y realizar los trabajos pertinentes, a fin de que un evento como este no vuelva a repetirse.

No se requiere de inversiones millonarias ni de endeudamientos fiscales. Lo que se requiere es inteligencia, eficiencia y eficacia en el ejercicio del gasto, y la generación de programas y políticas públicas de acuerdo a los tiempos.

Podemos y debemos regresar a nuestros mercados municipales, la efervescencia y alegre policromía que les distingue. Lugares donde conviven día con día, los puestos de frutas y legumbres, con la venta de ropa y sombreros tradicionales. Lugares donde el visitante, local y extranjero, se funden en la algarabía de las marchantas, los aromas de la comida, los murmullos inaudibles, y la música de todo tipo. Otorgando en un solo sitio, identidad y sentido de pertenencia. Lugares donde todos cabemos y todos somos. 


Jorge Fernández 

jfa1965@gmail.com

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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