Navidad suena a volver a casa, es esa sensación que muchos compartimos de estar en familia, de estar en paz. Hay añoranza por el descanso, convivio y el recargar energías. Volver a casa no solo significa ir a un lugar físico, sino puede ser un concepto emocional de volver a lo simple, a la raíz, a uno mismo. Deseo esto para todos esta Navidad, pero a la vez reconozco que afuera se vive un entorno de incertidumbre.
Pienso en México y podría concluir que la incertidumbre ha sido la reina de la fiesta. Hemos experimentado en todo este año falta de claridad en el rumbo, principalmente económico y político. La incertidumbre, esta falta de certezas que no nos permite ni predecir, ni controlar, ha sido alta y multifacética.
Definitivamente vamos tarde, si después de la pandemia no aprendimos a vivir en la incertidumbre. Yo decidí activamente, volverme su mejor amiga, pues poco o nada tenemos seguro. Diariamente convivo con ejecutivos y empresas de todos tamaños y lo que más escucho es de lo incierto que se sienten en relación a su trabajo. Me expresan de lo agotados mentalmente que están los trabajadores por la falta de certidumbre laboral, y una manera de compartir consuelo o ánimo es confirmar que la empresa de al lado y la de enfrente están igual. Por eso hoy se sabe que aprender a vivir en la incertidumbre es una herramienta clave para seguir creciendo laboral y personalmente. Se percibe como una habilidad clave de liderazgo y de desarrollo personal.
Vamos cerrando un 2025 de pocas certezas, también a nivel global. Trump ha jugado un rol principal con sus aranceles y planes de invasión. La economía para México no pinta bien. Se estima que el PIB de este año cerrará con apenas un crecimiento del 0.4%. Pero lo que sí sabemos es que el 2026 será un año de futbol y gastos superfluos del Mundial.
Ante este entorno global y nacional complejo, estos días y los que vienen podemos enfocarnos en lo realmente seguro: las relaciones de confianza y el contacto humano que sí tenemos, regresar a casa, abrazar a los nuestros, agradecer el trabajo que sí tenemos y aprender a vivir en la incertidumbre, buscando esas certezas propias, internas y externas, que podamos apreciar.