Uno de los mejores libros que he leído de negocios es el del CEO de Disney, Bob Iger, The ride of a lifetime, donde cuenta aparte de cientos de aventuras, como fue su ascenso hasta llegar al puesto máximo. Estos días, a propósito del primer debate presidencial, vino a mi mente la anécdota que cuenta Iger, de cómo se preparó para enfrentar al consejo de la empresa para ganar el proceso y convencer a todos que él era la mejor opción.
Recuerda cómo un amigo de él, asesor en campañas políticas, le ofreció ayuda y Bob, pensando en su experiencia de negocios, no lo vio necesario. Esto no es una campaña, pensó. Y qué equivocado estaba.
Todo el tiempo nos estamos vendiendo, para bien o para mal. En nuestro trabajo, comunidad y redes sociales. Y más cuando queremos lograr algo, esa venta es y debe ser estratégica. Bob aprendió que también para crecer en la iniciativa privada se requería hacer campaña. Y hoy en sus clases de liderazgo, que da en distintas plataformas, ha interiorizado como propias esas lecciones.
Solo puedes tener tres ideas principales para tu campaña, le recomendó su amigo consultor. Más de tres prioridades, el mensaje se empieza a perder o literal a aguadar. Me pregunto si tenemos claridad de los tres mensajes principales de nuestros candidatos. Tener las prioridades claras es la mitad de la lucha. Para vender tu visión tienes que articularla para todo tipo de personas, recomienda Bob. ¿A quién le hablan nuestros candidatos? Al famoso círculo rojo, es decir: ¿A los típicos que participan en política? ¿A los demás políticos? ¿A sus adversarios? Porque a la mayoría de los ciudadanos no les llegan. Compartir tu visión se trata de pensar en todos los que “están en la mesa” no tuya, sino de tus espectadores, tu público. En hacerlo lo más simple y presentar tu visión en las formas más sencillas para todos.
Con esto en mente, me imagino trasladar el debate presidencial a una campaña para una dirección general de una empresa. Estoy segura que a ninguno de los tres candidatos los contratarían. ¿Dejaríamos pasar esos ataques públicos en la IP? ¿Llegarían a contender con tantos escándalos a sus espaldas? Estoy segura que ese nivel de campaña o debate no se daría en una empresa, y lo digo conociendo la cultura empresarial. En la empresa se cuidan las formas, el lenguaje, el fondo y el nombre. ¿Por qué hemos llevado a la política a reflejarse de esa manera? Tan baja, sucia y una guerra constante. Ojalá podamos ir exigiendo y esperando que los políticos se comporten más como ejecutivos, empresarios, a como hoy que parecen más actores, bloggers, todo con tal de llamar la atención.
