Tom Cruise es la más grande estrella de cine en el mundo le guste a quien le guste. Y lo es no por su belleza, carisma o aparente juventud eterna.
Tom Cruise acaba de romper una increíble cantidad de récords mundiales con el estreno de la secuela de Top Gun: Maverick, porque así como su personaje va a la velocidad de un MiG-35 y quiere ir aún más rápido, así como ocurre con los pilotos más extraordinarios de los cielos, la precisión y absoluta concentración es indispensable para no caer envuelto en llamas.
Tom Cruise ha encendido el cielo, pero con la esperanza de los exhibidores de cine. De quienes aún deseamos ver un enorme y emotivo blockbuster en una pantalla grande.
El camino, con covid de por medio fue brutalmente difícil y aún más caro de lo que se calculaba. pero el equipo de Cruise aprendió a la mala que cualquier descuido sería sancionado de inmediato. Aún teniendo que parar la producción varias veces, al fin llegó el gran día. Y sí, la visita de Tom a México, su siempre impecable actitud y claridad de lo que hará (y lo que no) para promover su trabajo y por supuesto, el trabajo extraordinario de manejo de nostalgia, ha dado una esperanza que pocas producciones podrían haber entregado.
Esta no solo es la razón por la que es su estreno más exitoso en su primer fin de semana, de TODOS los tiempos, es la prueba de que la gente todavía quiere levantarse de su sillón para volar con algo que realmente nos emocione. Algo, como han apuntado muchos, que no viene con la garantía de contar con superhéroes, que se convierta en un evento en sí.
Me parece que aunque hemos visto grandes excepciones de éxito en estos tiempos de pandemia, Cruise nos ha regresado, por primera vez, no solo las frías estadísticas, sino un estupendo sentir pospandémico en el cine.
@susana.moscatel