Hace muchos años apareció un musical off Broadway que volvería locos a todos los cuidadores del legado de Jim Henson. Pero que a su manera absolutamente satírica y deliciosamente perversa, cumplía con la misma misión que Plaza Sésamo: educar y explicarnos el mundo mientras nos entretenemos. Hablo de Avenida Q, la cual eventualmente se montaría varias veces en México, la primera con Luis Gerardo Méndez y Mónica Huarte, y hoy valdría mucho la pena como referencia para muchas cosas, particularmente el racismo.
En la canción, “Todos somos algo racistas” hay una realización grupal entre muppets (monstruos) y humanos que parecería simplona de no reflejar de manera tan contundente lo que hoy se grita nuevamente en multitudes y en todo el mundo. Lo somos, y es cosa de entender cómo nos relacionamos con lo que consideramos “normal” para creerlo. Hay veces que hay que callar y escuchar, porque también se puede ser racista por omisión. Hoy escucho esa canción y creo que es algo que nos vendría bien. No permitir que se vuelva un tema político, hacerlo por ser mejores seres humanos.
“Si todos pudiéramos admitir, que somos un poco racistas, aunque sepamos que está mal, tal vez nos podríamos empezar a llevar bien”, dice la canción y los que saben. Aquí y en otros países. No está pasando todo lo que pasa en el mundo por coincidencia. Y tal vez empezando por escuchar la experiencia ajena, y aceptar que no es cancha pareja para todos, podríamos empezar a cambiar la “normalidad” para bien. Eso último, lo acaba de decir Obama a las generaciones graduadas este 2020.
Twitter: @susana.moscatel