Griten lo que quieran, conservadores estadunidenses y antiwokeros generalizados, pero, así como dijo claramente el director James Gunn, Superman es por definición y de origen, una historia de un inmigrante y eso no es casualidad. Los creadores del personaje original, Jerry Siegel y Joe Shuster, fueron hijos de judíos expatriados de Lituania, Ucrania y Los Países Bajos. Y esas historias de llegar a una nueva tierra, “ser el otro”, y entender cómo asimilarse, siendo distintos, es gran parte del ADN de quien muchos consideran el superhéroe primigenio de todos los tiempos.
“¿Por qué decirlo ahora?” se preguntan muchos, incluyendo Dean Cain, quien interpretó al héroe en Lois & Clark. Y la respuesta es tan obvia que hasta da pena. Porque es relevante. Porque es la gran historia de un inmigrante que acaba salvando vidas. Eso lo vimos en estos días en los incendios en Los Ángeles y las inundaciones de Texas. Y vamos más allá. Superman es un Alien. La palabra de origen quiere decir “alguien que pertenece a otro lugar”.
En este caso es el planeta Krypton, en la vida real el término “alien ilegal” marca, persigue y castiga a los humanos que huyen de la destrucción de sus hogares. ¿Suena familiar?
A Superman lo adoptaron Jonathan y Martha Kent al encontrarlo en su granja en Kansas y aunque la ley (foundling law) aún dice que un niño “encontrado” antes de los 5 años ¿años terrestres? puede ser ciudadano por adopción, hay variantes de los cómics que exploran todo esto, particularmente destacable la polémica publicación de 2011 (Action Comics #900) donde Superman (no Clark) renuncia a su nacionalidad gringa porque sus acciones pertenecen al mundo. No hicieron un Superman Woke. Volvieron al origen.