Esto va demasiado rápido. Mientras estábamos distraídos con el triángulo Warner-Paramount-Netflix, Disney llegó a un acuerdo con OpenAI (la compañía detrás de ChatGPT) para la licencia de alrededor de 200 de sus personajes —lo que incluye a Mickey Mouse, Maléfica, Spider-Man y Yoda—, y que la gente pueda generar videos legales con la herramienta Sora. ¿Qué podría salir mal?
Lo primero que se me vino a la mente fue Darth Vader bailando “La Macarena” y albureando al prójimo cuando, apenas en 2022, Disney permitió que Epic Games lo usara como personaje jugable en su éxito mundial, Fortnite. Los tiktoks fueron delirantes, pero la crisis interna en Disney quedó como un precedente perfecto de lo que es una licencia mal controlada. Cuando existe una tradición tan marcada, dejar a personajes icónicos en manos del público siempre pone en riesgo la integridad narrativa de figuras tan profundamente queridas.
Por eso mismo, ahora Disney hace esta apuesta por mil millones de dólares confiando en que la inteligencia artificial sabrá regular qué está bien y qué no, a partir de los prompts. ¡Vaya que están jugando con su mayor tesoro! Eso que llamamos propiedad intelectual puede ponerse en renta, aunque lo importante es a quién se la entrega. Y esto es solo el principio. ¿La gente podrá monetizar los contenidos que haga con inteligencia artificial? No. ¿Podrá ridiculizar a los personajes? Tampoco.
Pero, entonces, ¿cuáles van a ser los criterios? Ahí apenas empieza la conversación, porque las voces de los animadores y artistas seguramente se alzarán, y fuerte.
Lo que sí es cierto es que ya no podemos fingir que seguimos en la misma era: el reto ahora es decidir cómo preservamos lo que nos importa, en un mundo donde la creatividad, la tecnología y la identidad de nuestros personajes más queridos están redefiniéndose en tiempo real.