Pasó un mes y medio, y ahora millones de personas que decidieron ver la cinta de Alejandro González Iñárritu en Netflix y no en el cine tienen la gran oportunidad de meterse a la versión del mundo que vivirán a través de Silverio Gama (Daniel Giménez Cacho) desde sus propios espacios y realidades.
Así que les voy a pedir un enorme favor: hagan lo posible, cuando le den clic a la cinta, de tratar de dejar atrás todo lo que les recordará que no se han movido de su sala o recámara y de todo lo que les recuerde de las reglas lógicas de nuestra realidad. Como platicamos con Alejandro: Bardo requiere de la entrega y compromiso del público; en mi experiencia, cuando permitimos que eso ocurra ante una narrativa reveladora de emociones e ideas, es cuando salimos más plenos de la experiencia.
¿Suena abstracto? No lo es tanto como parece, les sugiero que dejen el celular, las otras tareas y cualquier pendiente de lado por un rato. No esperen la fórmula de actos en el orden habitual, ni entender por qué cada escena es lo que es. Si se permiten esto, que más difícilmente ocurre en el streaming que en el cine, se darán cuenta de que el viaje del héroe está ahí, y más potente que nunca. También verán mucho de lo que vivimos de manera colectiva
emocionalmente.
Si pueden, busquen la pantalla y el sonido más nítido para vivir cada detalle. La vi tres veces, sigo encontrando cosas y encontrándome donde menos espero. Dense la oportunidad, es algo que entra directo al corazón hasta respuestas a lo que aún no se han preguntado puede dejar ahí. Déjense ir y verán las sorpresas que les regalará Bardo, aún fuera de la pantalla grande.
Susana MoscatelTwitter: @susana.moscatel