Trump se está desmoronando ante el tema de Jeffrey Epstein, los conflictos geopolíticos están a la orden del día y las fracturas sociales siguen creciendo en todas partes.
Pero, por un par de días, sin que nadie lo esperara, Chris Martin de Coldplay, logró unir a gran parte del mundo en una gran carcajada, los mejores memes de los últimos tiempos y un aumento del schadenfreude global, al ver a una pareja de amantes ser detectados por la Kiss Cam y expuestos en redes sociales.
¿Somos personas terribles? Tal vez un poco. Pero, después de haber escrito al respecto el pasado viernes y recibido muchas reflexiones sobre la historia del CEO y la “jefa” de Recursos Humanos, me doy cuenta de que hay cosas infinitamente más cercanas a la gente que los escándalos de la farándula o de la política.
En particular, agradezco el punto de vista de alguien muy cercano que me dijo: “Es que tienes que entender que este es el espejo de todo el mundo ‘godín’. ¡Eso sí es información que nos afecta a millones de personas! No lo que hacen un actor o una cantante”. Y tiene toda la razón.
Más allá de la lección para todos de saber cómo NO reaccionar al ser cachados haciendo algo “malo”, es interesante analizar cómo los juegos de poder del día a día, las injusticias, los favoritismos y hasta nepotismos en algunas grandes empresas, afectan a tantas personas.
La gente está harta de ver que quienes hacen las reglas no solo las ignoran, sino se mofan de ellas; que este episodio viral, más allá de provocar risas, generó un sentido particular de reivindicación. Más allá de jugar al karma, se trata de ver las consecuencias inesperadas para quienes no pensaban que las reglas aplican para ellos. Por eso, la semana pasada fue la nota más vista, replicada y convertida en comedia en todo el mundo. Y vaya que han pasado cosas en los últimos días.