Ahora que la youtuber Yoseline Hoffman ha salido de Santa Martha Acatitla, después de haber llegado a un acuerdo con Ainara, su acusadora, y comprometerse a llevar a cabo una importante cantidad de acciones reparadoras siento, y esto no lo siento muy seguido, que este fue un caso que partió de una tragedia y comportamiento criminal, en el que sí se logró el objetivo para el cual se supone que tenemos un sistema de justicia: readaptación y compensación.
Sobre todo, y por más horrorosa que sea la idea de que quien habló con irresponsabilidad sobre los actos criminales de otros haya pagado más que los propios agresores a los que se refería cuando habló del video en el que, ella narraba, se llevaba a cabo este acto de violación a una menor de edad, sí hay algo muy importante aquí: las palabras tienen consecuencias legales, en casos como este, y el verdadero arrepentimiento y rectificación del camino es posible si hay la voluntad.
La fama y la notoriedad del caso hizo que muchos se dieran cuenta de que la libertad de expresión no es un cheque en blanco para devastar con opiniones al prójimo; si bien en este caso la ley fue quebrantada por el detalle técnico en el que ella aceptaba tener en su posesión el video, la verdad es que me parece que muchos sí han pensado, al menos dos veces, antes de seguir jugando al kamikaze verbal como modo de vida y entretenimiento. Obvio, aún falta ver a YosStop tratando de reparar los daños, y estaremos más que pendientes. Pero si eso es lo que pasa y nos damos cuenta, tal vez esta vez sí aprendimos algo de una experiencia ajena. Ojalá así sea.
Susana Moscatel
Twitter: @susana.moscatel