¿Unir a todo el continente? Un sueño materializado a través de la Carretera Panamericana, que comunica el sur, desde la Patagonia, con Norteamérica, a través de 13 países.
Lo que inició con caminos trazados por pueblos indígenas, evolucionó al proyecto estadounidense de construir una vía del tren, que pudo concretarse en la visualización de una carretera en el año 1923, durante la V Conferencia Internacional de Estados Americanos.
Para 1941, su construcción llegó a Guanajuato. El trazo presentaba varias opciones para el tramo Querétaro-Celaya, que incluía la comunidad de San José Agua Azul, un trazo paralelo a la línea del ferrocarril o bien, pasar por Apaseo El Alto.
Ya fuera para San José o para Apaseo El Alto, se trataba de la oportunidad de aparecer en los nuevos mapas y cartografías, así como una vía de comunicación para el progreso de sus habitantes, bajo la máxima del presidente Manuel Ávila Camacho, “si las escuelas nos libran de la ignorancia, las carreteras nos ayudarán a librarnos de la miseria”.
Motivados en que esa sería la vía para promover el desarrollo humano y económico, las y los apaseoaltenses formaron una comisión para pedir que la carretera pasara por el pueblo. Se entrevistaron con el Gobernador de Guanajuato e hicieron su solicitud de ser considerados en el paso de la carretera más larga del mundo.
La condicionante de aquel 29 de agosto de 1941para que ello ocurriera, fue clara: el municipio más joven del estado debía contribuir a pagar la diferencia de 210 mil pesos por desviar el trazo; una parte le tocaría al Gobierno de Guanajuato, otra al de Querétaro, así como a vecinos de Apaseo El Grande y El Alto.
Apenas una década antes, la ciudadanía de Apaseo El Alto había iniciado su proceso para declararse como municipio autónomo de Apaseo El Grande, un proyecto que a pesar de cambios políticos, significar una mayor inversión (incluso de dinero de la ciudadanía), para cumplir con las condicionantes, lo habían logrado.
Así que el reto de hacer que 3 kilómetros de diferencia fueran cambiados para que este magno proyecto pasara por su territorio, no parecía inalcanzable.
De acuerdo a los testimonios documentales y orales, fue uno de sus propios ciudadanos, Vicente Mendoza, quien pagó el monto para que este sueño se alcanzara y que además se comunicara con el centro de la ciudad.
Gran historia ¿no? Una gran historia que contrasta con las muchas otras historias, en donde ese tramo de la Carretera Panamericana se vuelve un triángulo de vehículos desaparecidos para ser despojados de su carga.
Lo que hoy ocurre en este tramo, no hace justicia al grupo de ciudadanos que soñaron con el progreso, que hoy parece ser tomado por un grupo de rufianes para obtener recursos ilegales.
Y sin duda es un tema de presencia de la autoridad, pero también de un cambio de visión en donde lo fácil y por ende ilegal en la mayoría de las ocasiones, hace un trabajo inacabable luchar contra la delincuencia.
Hace falta revisar nuestra historia, otras luchas, otros ideales. Rescatar, dar y reforzar nuestra identidad.
Sophia Huett