Conocí una pequeña pero bella ciudad, allá cerca del mar, en done hace mucho tiempo a inicios del siglo XX más o menos, se estaba dando la efervescencia petrolera y comercial por consecuencia. Las familias sobre todo adineradas, estaban buscando oportunidades de hacer negocio, y, ¡por supuesto lo hicieron! Por una de las calles de esta ciudad se encontraba una casa majestuosa, muy grande por cierto, bella y sobria a la vez, con decoraciones de la época, se le llamaba La Casa de los Tranvías! Precisamente porque aunque usted no lo crea, ahí se guardaban todos los carros del tranvía después de haber trabajado todo el día, esta casa ahí sigue, pero los tranvías tristemente desaparecieron. Pero, ¿qué creen? Ya entrada la noche, y solo de vez en cuando un tranvía sale a hacer su recorrido cotidiano, lo increíble es que va lleno de gente, la mayoría con sombrero y vestidos muy elegantes; en esa esquina se baja “El Joyero”, abrió las puertas de su local allá a inicios del siglo XX, siempre feliz y saludando a todo mundo. Hoy en pleno siglo XXI continúa su empresa que él fundó. De repente “El Pastelero” se baja en la otra esquina, sonríe a todos también, pues tiene por qué hacerlo: su negocio creció mucho, y continúa hasta la fecha dando frutos y empleo a muchas familias. “El Zapatero” también estableció su negocio a inicios de los años 30’s, a él le fue muy bien, pues supervisa su empresa hasta los días de hoy. Él se bajo en la siguiente cuadra, frente al cine, en donde su dueña fantasma sigue visitando, ahora manejado el negocio por sus bisnietos; aquel señor de saco y corbata es “El Panadero”, duró su negocio mientras él vivió, hoy llora porque su empresa se fue con él. Hay otro personaje con un sombrero raro, en forma de pico, sentado. ¡Caramba! Aquel señor de sombrero de copa es “El Banquero”, fundó su negocio a finales del siglo XIX, y sigue prestando sus servicios. ¡Bueno, su dinero! Orgulloso se siente de seguir en el mercado. Aquella ferretería que se ve al fondo es de “Don Ferretero”, quien con voz alta le dice al conductor “¡aquí bajan!” pues su negocio, hasta la fecha sigue estando vigente. También iban juntos los dueños de “Las Aguas Frescas y las Tortas”, “Las Nieves Ricas!” y el de “Las Revistas”, todos ellos felices excepto el último, pues también su empresa se fue con él. El tranvía continuó su paseo hasta la playa, ahí se bajaron los dueños de “Las Bebidas Preparadas”, “El Electricista”, “El Que Curte Pieles” y “El Frutero”, todos ellos exitosos hombres de negocio, aunque el Curtidor de Pieles y el Frutero quebraron sus empresas a finales del siglo pasado.
¿Qué pasó? El tranvía llego a su casa, solo con aquel hombrecito del sombrero de pico, que era para sorpresa de todos “El duende Brucie”, ya saben, analizando los ¿porqués unos empresarios continúan siendo exitosos hasta la fecha y otros no? Pero, ¡ya nos contará en otra ocasión su versión!
El tranvía fantasma
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Sergio Luis Naumov
Ciudad de México /