Au pair, una explotación laboral queda al desnudo

Son miles las jóvenes latinas que sueñan con el “american dream”: viajar a Estados Unidos, aprender el idioma y, al carecer de recursos, contar con un trabajo que financie este sueño. Y parecía que para Kelly Andrade el sueño se cristalizaba cuando fue contratada por la agencia “Cultural Care Au Pair”, para viajar a EU, trabajar como niñera y aprovechar para aprender el idioma inglés. Pero para Kelly se convirtió en una pesadilla.

Kelly Andrade es una ciudadana colombiana de 25 años que llevaba tan solo tres semanas de trabajo como niñera en la casa de una familia en State Island, en Nueva York, cuando descubrió que el dueño de la casa donde trabajaba como niñera la grababa en su habitación, y tenía en su poder cientos de videos de ella desnuda o cambiándose.

Ella enfrentó el sentirse violentada en su intimidad y el miedo posterior cuando Michael Esposito, el autor de las grabaciones, se vio descubierto y la quiso amedrentar. Terminó por huir aterrada, sin dinero y sin apoyo de ningún tipo por parte de la agencia que la contrató. La víctima quedó en el desamparo y el violentador libre, a pesar de haber sido detenido por un delito grave como lo es la vigilancia ilegal.

La agencia la dejó a su suerte. Pero este modelo de reclutar jóvenes con un trabajo ideal que les permitirá viajar y conocer en ambientes seguros y pagados, en realidad ya ha sido denunciado sin que se haga nada al respecto. No solo en Estados Unidos sino en Europa también.

Un ejemplo es el reporte titulado “Shortchanged: El gran negocio detrás de los salarios bajos del Programa J-1 Au pair”, coescrito por la Clínica Legal Internacional de Derechos Humanos (IHRLC) de la Facultad de Derecho de Washington de American University, el Centro de los Derechos del Migrante (CDM), el International Labor Recruitment Working Group (ILRWG), la Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar (NDWA), y el Centro de Mujeres Trabajadoras Matahari.

En el reporte se especifica cómo detrás de la ilusión de las miles de jóvenes que se embarcan en este “intercambio cultural sin costo” en el que además ganarán dinero, se encuentra el robo de salarios, discriminación y abuso en los trabajos de cuidado infantil como niñeras que se paga a $4.35 por hora. A menudo, las agencias patrocinadoras de dudosa reputación publicitan el programa au pair como servicio de cuidado infantil o trabajo del hogar a bajo costo para las familias anfitrionas, mientras que cobran a las au pairs alrededor del mundo miles de dólares en a cambio de una experiencia educativa.

Para Elizabeth Mauldin, directora de Políticas de CDM y representante de ILRWG, esto en ocasiones aplica con trata laboral ya que el programa carece de la regulación adecuada y se anuncia falsamente como intercambio cultural.

“Las altas tarifas de reclutamiento y la falta de supervisión del gobierno significan que las trabajadoras au pairs J-1 enfrentan un abuso similar al de otras y otros trabajadores en programas de migración laboral temporal, incluyendo la trata de personas y explotación,” enunció.

Para Rosie Cox, de la Universidad de Londres, quien hace años que trabaja para que se tomen medidas para evitar que estas personas sean explotadas, este tipo de negocio es propio del Viejo Oeste donde “todo vale”.

Llama la atención que poco se ha hecho por regular y prender alertas sobre esta modalidad de trata. Bajo la excusa que “ hay casos exitosos, que no todo es igual”, se sigue permitiendo vender sueños que son de terror.

Sigamos preocupados por cancelar comediantes y escritores por sus frases polémicas. Mientras, ante nuestros ojos, una especie de esclavitud con destellos de ilusión nos ciega.