La reciente gresca entre los seguidores de las candidatas Citlalli Amaya y Laura Imelda Pérez a la alcaldía de Tlaquepaque, es un triste recordatorio de que la política no debería ser sinónimo de confrontación física. Independientemente de quién haya iniciado el altercado, es lamentable que se haya llegado a tales extremos. Pues mientras las candidatas debatían, sus simpatizantes se golpeaban allá afuera.
Es crucial recordar que la esencia de la política radica en el intercambio de ideas y propuestas para mejorar la sociedad, no en la violencia y la confrontación. En un debate democrático, el respeto mutuo y la capacidad de argumentar de manera civilizada son fundamentales. La intolerancia y la agresión solo sirven para socavar los valores democráticos que tanto nos costó construir.
Es importante reconocer que, en cualquier enfrentamiento, se necesitan al menos dos partes para que se produzca una pelea. Si uno de los involucrados opta por no responder a la agresión, se puede evitar el conflicto físico. Por lo tanto, es responsabilidad de todos los actores políticos y sus seguidores mantener la calma y buscar soluciones pacíficas a través del diálogo y el debate racional.
La política está destinada a brindar orden y soluciones a los problemas de la sociedad. Es inaceptable que aquellos que aspiran a cargos de elección popular fomenten la confrontación en lugar de promover el intercambio de ideas constructivas. En lugar de comportarse como cavernícolas, los seguidores de las candidatas deben priorizar el debate de ideas y propuestas como el verdadero camino hacia el progreso y el desarrollo de la comunidad.
En resumen, la violencia nunca debe ser una opción en la política. Es fundamental que todos los actores políticos y sus seguidores se comprometan a respetar los principios democráticos y a buscar soluciones pacíficas a través del diálogo y la colaboración. Solo así podremos construir una sociedad más justa y equitativa para todos.