Estamos a 171 días para el arranque del Mundial de Futbol 2026 con tres países sedes, México, Estados Unidos y Canadá; y en nuestro país, tres subsedes: Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara. El alto costo de los boletos para ingresar a los estadios, los mecanismos para evitar la reventa, las proyecciones sobre la derrama económica en cada subsede mexicana han centrado la atención. Pero poco a poco, comienzan a emerger rubros de impacto local, en las finanzas y participaciones locales, sobre las cuales se vislumbran áreas desconocidas, oscuras.
Un antecedente que considerar sobre este tipo de eventos. El Mundial de Futbol 2014 en Brasil. Las condiciones sociales y políticas previas a la justa deportiva, como el incremento de servicios, el desplazamiento de asentamientos humanos para la construcción de estadios, así como la alta inversión de recursos públicos, alentó un movimiento Anti-Copa del Mundo que llegó a las calles.
La reacción del gobierno brasileño, a través de la Contraloría General de la Unión, en coordinación con autoridades locales, llevó a desarrollar y mantener un sitio con información puntual sobre la inversión y gasto público, así como mecanismos de seguimiento y fiscalización.
En dicho sitio se identificaba qué aportaba cada nivel de gobierno, quiénes lo ejecutaban, tiempos, etcétera. Una convergencia de lo público y lo privado, además de un seguimiento externo de organizaciones de la sociedad civil.
Ese modelo y medios para garantizar el acceso a la información y así favorecer la transparencia se ha mantenido y perfeccionado en todo lo que realiza el gobierno central, replicándose en eventos como la reciente COP30 en Brasil (https://portaldatransparencia.gov.br/cop30).
Lo anterior, con nuestro nuevo modelo de acceso a la información donde ya no existen órganos garantes autónomos como el INAI en el ámbito federal, o el ITEI, en lo local, encuadra en la llamada “transparencia con sentido social”; es decir, esa transparencia que se fomenta a través de la garantía del derecho de acceso a la información desde una posición proactiva y focalizada que responde a necesidades informativas con impacto en la sociedad para generar confianza, así como inhibir y reducir espacios de aprovechamiento indebido como corrupción.
Sin INAI y sin ITEI, las nuevas autoridades garantes desde los sujetos obligados tienen la oportunidad de poner a prueba la “transparencia con sentido social” de manera proactiva. Brasil es un ejemplo, mejorable sin duda.
¿En qué abrir las puertas para la observación y seguimiento público? Identificar, en medio de las cláusulas de confidencialidad impuestas por la FIFA, qué harán, con qué, a quiénes, cómo, dónde, cuándo, por qué, exenciones fiscales o de otro tipo (sobre todo a quiénes, además de la FIFA, inversiones públicas, etcétera. Saber, para conocer, abona a la confianza.
Por cierto, ¡Feliz Navidad!