Cifras de escándalo: casi 100 mil asesinatos en lo que va del sexenio pero, sobre todo, los otros números, los de la impunidad, que son absolutamente estremecedores y que nos llevan a dudar sobre la viabilidad misma de México como nación: de cada 100 delitos que se cometen en este país solo poco más de seis se denuncian. Y de esta irrisoria cantidad de delitos notificados a la autoridad se resuelven 14 nada más. Esto nos da un bajísimo porcentaje de quebrantamientos esclarecidos: apenas uno de cada 100 robos, asesinatos, violaciones o secuestros perpetrados es debidamente procesado por la justicia.
¿Cómo, entonces, es que no vivimos en una jungla descomunalmente peligrosa? Pues, miren, hay zonas enteras del territorio en las que ya no opera el Estado y mandan las mafias criminales Y nuestras ciudades están abarrotadas de viviendas coronadas de alambre de púas como si cada casa fuera una minúscula cárcel y no el hogar de personas que merecieran vivir con la despreocupación de no temer, todo el tiempo, que les sean robadas sus pertenencias.
El hurto parece ser ya un deporte nacional. Robamos de todo: mercancías en los supermercados, almohadas en los hoteles, alambres de cobre de las líneas telefónicas y, consecuentemente, somos también un pueblo de individuos desvalijados: nos roban en las casetas de peaje, en las gasolineras, en las calles, en nuestras casas, nos asaltan en los buses, nos atracan en los restaurantes, en fin, no nos beneficiamos de la apacible normalidad de un país de leyes, sino que sobrellevamos una constante incertidumbre. Pero no denunciamos.
Hace un par de días les conté a ustedes la experiencia vivida por un joven conductor de Uber en una carretera de Guanajuato. Fue detenido y amenazado por un agente de la Guardia Nacional. Luego de publicar el artículo recibí una carta muy atenta en la que se me hizo saber que el propio comandante de la corporación, el comisario general Luis Rodríguez Bucio, está “ muy interesado en darle seguimiento al caso y llegar hasta sus últimas consecuencias”. Lo agradezco mucho. El asunto, mi comandante, es que mientras no haya justicia en este país no tendremos tampoco seguridad. Supongo que por eso, y no por otra cosa, el afectado no movió más las cosas. Pero, de nuevo, gracias.
Román Revueltas Retes