Lo que les decía yo en la columna del pasado domingo, estimados lectores: nadie puede estar siempre en la cima, o sea, imponerse sin respiro ni tregua alguna a los demás.
No tenía en la cabeza el tema del Club de Fútbol America, S.A. de C.V., con todo y que los mandamases del equipo, y sus seguidores, pronosticaban una imparable racha de triunfos luego de las muy poco meritorias finales que jugaron, deslustradas por la intervención directa de los árbitros.
Los de Copa habían sido los mejores del torneo regular, hay que reconocerlo pero, como dicen los sabios, “esto no se acaba hasta que se acaba” y la gran final también es parte de la competición. Pregúntenselo ustedes a los equipos, en la Champions League, que se creen ya con el título por haberle sacado ventaja al Madrid y que luego vuelven a casa con la amargura de lo que pudo haber sido y no fue.
Pues, miren, las Águilas no sólo han dejado de ser la suprema potencia futbolística de Estados Unidos Mexicanos sino que ocupaban, en el momento en que este escribidor garrapateaba estas líneas, ayer por la tarde, el décimo segundo lugar de la tabla del torneo Apertura.
No es algo deshonroso, faltaría más, pero para las pretensiones de esa gente y lo insufribles que se vuelven los americanistas cuando se encaraman a las alturas, lo de andar por debajo de rivales como Chivas, Cruz Azul o Pumas, y con un crédito de seis roñosos puntitos luego de cinco partidos, eso le pega a la soberbia por debajo de la línea de flotación, señoras y señores.
Pero, justamente, ahí está el gran tema: ¿qué es lo que puede estar pasando con Jardine y sus pupilos?
De la Suprema Selección Nacional de Patabola ya tenemos un tanto claro el diagnóstico o, por lo menos, los señores opinadores de los medios han decretado que falta talento, o sea, que los futbolistas no son, digamos, unos genios del balón. Vamos, al mismísimo Santiago Giménez, estrella de la Eredivisie, le restan méritos y de los demás, bueno, parece ser que todavía dan menos la talla.
En lo que toca al América, y en espera de que pudiere revivir si es que logra pasarle por encima al Cruz Azul (el horario de entrega del artículo hace que no pueda yo celebrar en estas líneas la victoria de los cementeros o, por el contrario, lamentar grandemente la derrota del que era mi equipo favorito en el torneo pasado, con todo y que sigo siendo un tibio seguidor de mis Chivitas), el abanico de adversidades es más amplio: lesiones, desgaste de la receta de Jardine en tanto que los demás equipos ya han descifrado su modelo de juego, una defensiva que necesitaría tal vez reforzarse, en fin, los astros no se le han alineado en el firmamento al conjunto americanista.
Y sí, es muy complicado mantenerse en la cima. Excepto el equipo galáctico, desde luego, ese Real Madrid que desafía todas las estadísticas y rompe todos los pronósticos.