Emma Coronel fue arrestada ayer por el FBI cuando aterrizó en el aeropuerto de Washington. El agente Eric McGuire llevaba dos años investigándola en secreto, y hoy la detenida tiene su primera audiencia en la corte de distrito de DC ante el juez Michael Harvey. Sus abogados serán Jeff Lichtman, el mismo que mal defendió a su esposo, y Mariel Colón, incondicional que tiene rato fungiendo de abogada, nana, contrabandista de celulares y asistente de Emma.
Los cargos son tres: tráfico de un kilo de heroína, cinco de coca, mil de mariguana y 500 gramos de metanfetaminas. También se le acusa de operar para el cártel de Sinaloa y, finalmente, de haber ayudado a su esposo en su fuga de antología del penal del Altiplano en 2015.
Su facha de Kardashian mexicana facilita que se subestime a Coronel Aispuro. Porque ella no solo ayudó a Iván, Alfredo y Ovidio Guzmán, sino que montó esa fuga prácticamente de cabo a rabo: ella fue quien buscó desde 2014 a Dámaso López, El Licenciado, para que ablandara a los custodios; ella consiguió y pagó el terreno anexo al penal; ella fue quien metió a la prisión, en una de sus visitas, el pequeño reloj con GPS para que el túnel llegara exactamente debajo de la celda del capo, y la motocicleta que jalaba el carrito por el túnel la tarde de la fuga era conducida por su hermano Édgar.
Coronel nació en California, pero fue criada en Durango. La hija de Inés Coronel Barrera tenía 17 años cuando atrapó el corazón del capo en un baile. Ganó fácilmente el certamen de belleza de su pueblo, con Guzmán en las gradas, rodeado de sicarios y aplaudiéndole a rabiar. Se casó a los 18 años y sus gemelas nacieron en Los Ángeles el 15 de agosto de 2012.
La tercera y última vez que apañaron a su marido, Emma volvió a encabezar el plan para liberarlo; le llamó de nuevo a Dámaso para decirle que dos millones de dólares habían sido entregados a un directivo sin nombre del sistema de penales con la intención de que regresaran a Guzmán de la cárcel de Ciudad Juárez a la del Altiplano para, desde allí, intentar de nuevo la fuga. El gasto fue en balde: lo extraditaron en express a Estados Unidos antes de que pasara cualquier cosa.
El peso de Emma en el cártel, si bien siempre circunscrito a las necesidades de su esposo, no deja de ser mayor; cuando Guzmán tenía que esconderse, o cuando pasaba temporadas en la cárcel, ella era quien se encargaba de entregar los mensajes de y al capo, de asegurarse de que se cumplieran sus órdenes a cabalidad y de mantener aceitados los sobornos necesarios para que pudiera trabajar con comodidad desde el penal.
En su declaración, el agente McGuire cita la cooperación de dos testigos protegidos, uno de los cuales es el mismo Dámaso López, encarcelado desde 2018 y testigo central contra El Chapo, como lo será contra García Luna de darse ese juicio. Porque lo que los gringos quieren no es que Emma pague por las migajas de droga que supuestamente importó, sino que, como Dámaso, cante. Pobres de quienes creyeron que devuelto Cienfuegos se acababa la rabia.
@robertayque