Ayer fue el primer día de una nueva reforma judicial. Aprendimos una gran lección sobre cómo no hacer elecciones.
El nivel de abstención rebasó los peores márgenes profetizados. Aproximadamente, nueve de cada 10 personas inscritas en el padrón electoral dieron la espalda al ejercicio.
La explicación principal del fracaso fue la complejidad impuesta sobre todas las personas participantes.
Las candidaturas no contaron con posibilidad de darse a conocer y promover sus propuestas. La inmensa mayoría de postulados experimentó desaliento al constatar la inequidad entre quienes contaron con redes clientelares y apoyos partidistas y quienes entraron a la competencia de buena fe y sin recursos.
La ciudadanía sufrió también la complejidad. Se le responsabilizó de elegir 881 personas juzgadoras a nivel federal y mil 800 del ámbito local sin saber quiénes eran y qué méritos tenían para aspirar a los cargos.
Excepto algunas candidaturas bien conocidas, más de 95 por ciento tenía el rostro de un extraño. Los que no recibieron acordeones maquilados por terceros y trataron de investigar por su parte, vivieron una frustración enorme. La exigencia cívica impuesta para emitir un voto informado era mucho mayor que el beneficio potencial.
Tan complejo como prepararse fue arreglárselas con las muchas boletas de colores al momento de votar. En promedio, a la gente le tomó entre 12 y 15 minutos anotar los números de las candidaturas en los pequeños recuadros. Muchos confesaron, al salir de las urnas, que al final emitieron el sufragio al azar.
Las verdaderas heroínas fueron las personas funcionarias en los centros de votación que tuvieron que instalar las mamparas, las mesas, revisar las listas y atender con recursos muy escasos a quienes acudieron. Prueba de esta dificultad fue el retraso para abrir los centros, que habría sido de entre una hora y hora y media, comparado con las elecciones normales.
Quien se inventó este despropósito hizo que se tiraran a la basura más de 40 mil millones de pesos de las y los contribuyentes. Por ello debería rendir cuentas.
Zoom: Tendremos que celebrar muy pronto una nueva reforma judicial. Ese fue el único y verdadero mensaje que el pueblo envió ayer cuando decidió botar este despropósito.