No lo está haciendo por el movimiento sino por temor a la persecución que podría sufrir en caso de que Morena pierda la elección presidencial de 2024.
El esmero excesivo para desprestigiar a Xóchitl Gálvez tiene una explicación. No es tan relevante que el movimiento lopezobradorista trascienda su mandato, como evitar que la ferocidad con que ha atacado a sus adversarios se le revierta una vez fuera del poder.
El presidente Andrés Manuel López Obrador sabe que Segalmex no es el único escándalo de corrupción que va a estallar antes de que termine su sexenio y también tendrá consciencia de que este y otros expedientes van a ser tema grave durante la siguiente administración.
Ciertamente, las expresiones de López Obrador sobre esta aspirante de la oposición han llegado al ridículo. La semana pasada se quejó amargamente de que un programa de televisión le hubiese dedicado media hora a hablar de Gálvez. Lo hizo sin reparar que él le ha brindado muchos más minutos durante sus mañaneras.
Tiene razón Xóchitl Gálvez cuando acusa al Presidente de violar la ley al haber dado a conocer contratos y montos que sus empresas firmaron con entidades privadas. El mandatario está impedido por la ley y, sin embargo, no le importó burlarse del secreto fiscal que lo obliga a la prudencia.
Es público que, antes de ingresar a la política, Gálvez era ya una empresaria exitosa en el sector del equipamiento para edificios inteligentes. Si hubo algún conflicto de interés durante la época en que fue funcionaria de la capital —como argumenta el perredista Víctor Hugo Romo—, será necesario probarlo y no sólo sembrar la insidia.
López Obrador construyó el peor escenario para su persona. Como están las cosas, o bien las gana todas o bien las pierde todas. En esto jugó sus cartas de una manera distinta a la de su antecesor, Enrique Peña Nieto, quien pactó una salida del poder que no se convirtiera en una cacería de brujas.
Sin embargo, el tabasqueño no podrá hacer lo mismo en caso de que quien gane la elección el año próximo pertenezca a una fuerza política ajena.
Zoom: por eso está tan desesperado, porque se metió en un juego donde si gana tendrá garantizada una memoria decorosa para el porvenir, pero, si pierde, los muchos adversarios políticos que ha menospreciado no se tentarán el corazón a la hora de triturar cada piedra de su mausoleo.