El Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), destacó en su Informe 2024 que uno de los riesgos que enfrenta la humanidad es la computación cuántica. Se trata de mecanismos que permiten procesar grandes cantidades de información para resolver problemas de manera mucho más ágil y eficaz de lo que hasta ahora ha sido posible. De analizar de manera simultánea los diversos escenarios posibles para encontrar la mejor solución o, como en la física lo denominan, lograr un entrelazamiento o correlación cuántica.
Es pues una propuesta que sin duda tiene el potencial de cambiar, para bien, la realidad de muchas personas en diversas áreas como, entre otras, la medicina, economía, educación o justicia. Sin embargo, también se ha dicho que tiene la capacidad de generar información falsa que altere la percepción de la realidad más allá de lo que hasta ahora se ha visto.
En México no es un secreto hablar de los retos que hoy enfrenta la justicia. Sí, cosas buenas que decir, pero muchas por hacer principalmente en su dimensión operativa, más que en la normativa. Basta con ver lo que para muchos litigantes es, al margen de aquellos casos emblemáticos que dan la nota de la semana, su día a día en el que tienen que lidiar con retrasos en sus acuerdos, emplazamientos, carga de trabajo, falta de personal, notificaciones y diligencias o la falta de criterios homologados entre poderes judiciales. En fin, sigue faltando que la justicia mexicana sea vista como un todo y no que dependa de la materia, el lugar, la capacidad económica, influencias o el orden de gobierno.
La computación cuántica, además de permitir encontrar la mejor solución a partir del análisis de todas las posibilidades, permite, para algunos, comunicar dimensiones. ¿Sería posible entonces imaginar que algún día el poder judicial mexicano se dé a la tarea de procurar una justicia cuántica? Que permita ver en blanco y negro lo bueno, lo malo y lo peor, con la transparencia y rendición de cuentas que se necesitan para corregir errores y fortalecer su legitimidad.
La relación entre derecho y tecnología debe ir más allá de ejercicios de probabilidad para predecir un comportamiento o responder. Debe aumentar la capacidad de soluciones en el vasto universo de las relaciones personales y permitir, como postulan quienes están a favor de la computación cuántica, hacer que dos dimensiones convivan: la realidad de hecho y la realidad de derecho, para incidir positivamente en una percepción ciudadana que hoy por hoy refleja que hay mucho trabajo por hacer.