Ibsen escribió: ¡Cuando una verdad envejece se convierte en mentira, señores míos!
Tristemente, esto está ocurriendo con la democracia.
Partidos con pretensiones hegemónicas y aspirantes a dictadores la han reducido a una técnica electoral para acceder al poder público e imponer sus intereses y obsesiones ideológicas.
El ejemplo más notorio es Trump: pero hay otros como él, tanto de derecha como de izquierda.
En nuestro pasado reciente, el PRI usó esa estrategia para imponer un régimen autoritario mediante el voto manipulado de las mayorías.
México llegó tarde a la democracia electoral; y está en riesgo de no perfeccionar y superar esa fase.
Así la democracia envejece y se convierte en una mentira. Esto que sucede aquí y en otros países se debe, en gran parte, a que los ciudadanos no hemos afinado interiormente el concepto de democracia como un valor personal y cívico:
Por el contrario, en muchos individuos y colectivos sociales, religiosos y políticos, siempre está latente o activa la imperiosa necesidad de imponer su criterio, sus creencias religiosas y credos políticos.
De esa manera, cada uno de ellos es un pequeño aprendiz de dictador que lucha por subyugar a la familia y a su entorno laboral y social.
Ese escenario dificulta la formación de líderes y estadistas democráticos. En cambio, propicia el surgimiento de líderes carismáticos que la devoción de sus adeptos convierte en dictadores.
Para evitar esos riesgos deberíamos de trabajar en el perfeccionamiento de nuestra conducta familiar, profesional y social aceptando la diversidad de opiniones, creencias y formas de vida; y observando las leyes.
De esa manera podríamos detener el envejecimiento de la democracia e impulsar su evolución a un sistema de vida fundado en el mejoramiento económico, social y cultural de la sociedad en su totalidad.
ciher57@hotmail.com