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¿Olimpiadas?

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  • Raúl de la Cruz

No me extraña la gran cantidad de opiniones que hay en redes sociales sobre la actuación de los atletas mexicanos en los Juegos Olímpicos de Tokio. Hay de todo: buenas, malas y regulares. Todas y todos tienen derecho constitucional, cada uno puede opinar lo que le venga en su regalada gana. Podrás o no estar de acuerdo. Cada quién.

Lo que no estoy de acuerdo son la gran cantidad de barbaridades, errores y tonterías de los “profesionales” de la comunicación. Se supone que para cubrir unos Juegos Olímpicos es obligatorio prepararte, no puedes improvisar. Asistir a los Juegos Olímpicos en calidad de profesional de la comunicación es como una graduación para los reporteros: es un privilegio, pero también es una gran responsabilidad, porque te conviertes en un agente informativo que te escuchan, te leen y te ven una gran cantidad de audiencia.

El reportero está para informar y el analista para interpretar la noticia. El problema es cuando se editorializa. Justamente es cuando caen en impresiones, errores y barbaridades. El colmo, cuando el analista es un extranjero opinando del deporte mexicano que no sabe de la idiosincrasia nacional.

Lo más común es que durante los Juegos se les denomine “olimpiadas”. ¡No! Las olimpiadas es el transcurso de unos Juegos a otros. Durante los juegos hemos escuchado imprecisiones, falta de conocimiento de las distintas disciplinas deportivas, etc.

Ahora bien, es bastante fácil criticar los malos resultados de los atletas e intolerable que se incurra hasta la burla. El atleta es un ser bastante sacrificado porque para llegar a unos Juegos Olímpicos implica un gran esfuerzo de familiares, amigos, compañeros y de algunos directivos.

El deportista olímpico no es un ser común y corriente: debe abstenerse de muchos placeres, debe alimentarse bien, prepararse de tres a cuatro horas diarias de entrenamiento, sacrificar fiestas, viajar constantemente a países desconocidos para alcanzar los tiempos que se exigen para dicha competencia; tiene que competir consigo mismo, incluso.

He sido testigo de la preparación de muchos deportistas para alcanzar ese sueño y me he dado cuenta de sus sacrificios por eso cuando los veo en los Juegos siento una gran satisfacción; como también he sabido de aquellos que no alcanzan la meta y que por consecuencia lamento mucho su decepción.

No hay mejor motivación que estar presente en los Juegos desde que parten hasta llegar instalarse en la Villa Olímpica. Por supuesto que para intervenir se requiere de una gran preparación física, pero también mental. Un error, por más mínimo que sea, puede ser el umbral entre la gloria y el fracaso. Una medalla es lo máximo para el atleta, su familia y su país.

Raúl de la Cruz


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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