Política

Todo vuelve

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Se aproximaba la oscuridad de dos años funestos en Ciudad de México. La temporada de lluvias del año de 1761 tocaba a su fin en la Nueva España. En algún lugar de la ciudad apareció un brote de tifo y de viruela. El tifo fue el más grave de las dos. Los males se expandieron como una maldición de los cielos, el tifo con mayor virulencia se extendió a otras ciudades de la colonia. Según Alzate, “causó gran destrucción y despobló el reino”.

El primero de septiembre de 1761 se enterró a la primera víctima de la epidemia. La velocidad del contagio fue una pesadilla. Pocos meses después, la cantidad de enfermos desbordó los sanatorios. El Hospital Real de Indios atendió a 9 mil personas, de las cuales solo sobrevivieron 2 mil. Según Alzate, la alta tasa de mortalidad se debió en parte a dos tratamientos: los sangrados y los purgantes. Los hospitales debieron ser pudrideros, albañales de la muerte.

La ciudad olía a muerte. El 8 de julio de 1762 se calcularon 14 mil 600 cuerpos inertes que poco a poco iban ocupando un lugar en el cementerio aledaño al Hospital de Indios. Pero hay otra cifra proporcionada por Alzate, quien afirma que fueron 25 mil muertos.

Una ciudad fantasma. El Ayuntamiento emitió un documento lacónico en el que señalaba que “una grave epidemia  había devastado la ciudad”. El tifo, un azote. No era la primera vez que había arrasado a la ciudad, entre 1576 y 1581 millares de indígenas murieron y sólo algunos españoles lo contrajeron.

Luego, de 1737 a 1739, el matlazáhuatl regresó con una fuerza imparable. Alzate calculó que esa epidemia había sido el peor brote del siglo XVIII causando la muerte de más de un tercio de los habitantes de la Nueva España. La epidemia de 1737-1739 mató solo en Ciudad de México a 60 mil personas y aproximadamente 200 mil en el resto del territorio.

De noche, en las calles cualquiera podría tropezar con un cadáver, al salir de una casa, el olor fétido enrojecía los ojos. Los restos de animales muertos eran la causa y la consecuencia de la epidemia que destruía a la ciudad. Eran los días de las fiebres misteriosas.

(Con información de Donald B. Cooper: Las epidemias en la Ciudad de México 1761-1813. IMSS). 


rafael.perezgay@milenio.com

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Rafael Pérez Gay
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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