Un recurso de muchos grupos para alcanzar poder político en el mundo moderno consiste en señalar un problema que de verdad pese gravemente sobre la sociedad y proponerse como líderes para alcanzar la solución. Esto podría ser aceptable si solamente se tratara de resolver el problema en cuestión, pero el asunto se complica porque, junto a ello, se hacen también otras propuestas que responden de forma más clara a los principios que dan fundamento a esos grupos y estas otras propuestas no necesariamente corresponden al bien y no pueden ser aceptables para la sociedad. Las ideologías del siglo pasado pretendían solucionar problemas que realmente existían, pero sus caminos no eran aceptables.
Para un hombre de buena voluntad se impone por lo tanto un adecuado discernimiento de cuanto se propone para la vida social, porque siempre hay que ver las consecuencias que pueden darse en lo que toca al derecho a la vida, al matrimonio, a la familia y a la vida de los pobres. Vale aquí la pena recordar que en la bondad o maldad de un acto intervienen tres factores: el objeto, el fin y las circunstancias.
Para que una acción sea buena se necesita por supuesto una buena intención, es decir un fin bueno, pero no es suficiente, porque hace falta también que el objeto, o sea la acción en sí misma, sea buena. Como suele decirse, el fin no justifica los medios. Las circunstancias contribuyen a aumentar o disminuir la bondad o maldad del acto.
Como señalábamos arriba, hoy se nos hacen muchas propuestas en el campo social y político. Por lo mismo, se impone de nuestra parte evaluarlas considerando todo lo que implican. Pongamos por ejemplo que un grupo o partido señala un problema que afecta seriamente la vida de nuestras comunidades. Necesitamos ver si las acciones que propone son objetivamente buenas, si los medios que se van a usar son lícitos y si existen otros factores circunstanciales de importancia, incluso si dejan de ser circunstanciales e inciden en la naturaleza misma de la acción. No basta considerar lo que afirma o niega ese grupo en un tema, sino que hay que valorar también el conjunto de su pensamiento y acción.
Ante los problemas actuales no podemos quedarnos como simples observadores y es necesario participar para buscar los caminos para superarlos. Ciertamente podemos participar con otros actores sociales, pero tenemos que asegurarnos que nuestras acciones sean claras y no se utilicen para fines contrarios a la dignidad humana.