Cultura

Nuestras fiestas decembrinas

Decía Mircea Eliade que los seres humanos colocamos marcas que le quitan al espacio y al tiempo su homogeneidad. Pero nuestros espacios y nuestros tiempos de vida, per se no son homogéneos. De hecho, solemos decir: “hay un tiempo para todo”. Un tiempo tanto en la vida colectiva como en la individual. Así, no sembramos en cualquier momento del año ni en cualquier lugar: existe un tiempo y un espacio para ello.

Estas fechas han cobrado una significación extraordinaria, al punto de independizarse del significado que las engendró. En sus orígenes las celebraciones decembrinas estaban ligadas al solsticio de invierno en el hemisferio norte, y de ahí que en Grecia se rindiera culto a Apolo o a Helios y en Persia a Mitra: ya luego la poderosa civilización romana dedicó el 25 de diciembre al Natalis Solis Invicti, el nacimiento del Sol invicto. También ellos crearon las Saturnalia, con sus banquetes y regalos. Y también ellos, crearon la religión que a la fecha continua vigente: el cristianismo.

En México todo parece indicar que los aztecas celebraban durante estos días la llegada de Huitzilopochtli. Teóricamente los evangelizadores aprovecharon esta coincidencia para “montar” sobre esas festividades la llegada del nuevo dios, lo cual, como es factible comprobar, es un mecanismo tan viejo como la cultura humana. Es una constate histórica: nuevas fuerzas se apoderan de costumbres ya existentes e imponen un nuevo significado a esas viejas prácticas, dándoles así un nuevo sentido.

¿Qué sentido tienen hoy estas festividades? Para mucha gente aun conservan la última idea impuesta por el Imperio Romano, a saber: el nacimiento de un dios en el mundo humano. Pero en muchos lugares del mundo estas fechas se independizan ya de ese significado y son celebradas aun por quienes ya no creen en esa tradición.

Del viejo mundo ajeno al cristianismo se conservan el banquete y los regalos. ¿Qué nuevo significado pueden tener para nosotras, mujeres y hombres del siglo XXI estas fechas? El hecho de que existen banquetes y regalos, quizá pudiera sacudir un poco nuestra tendencia a compartir con quienes nada tienen. En ese sentido, esos dos componentes arcaicos podrían recuperarse para propiciar el altruismo.

Solo de una cosa estoy segura: Apolo, Helios, Mitra, Jesús y demás deidades, nunca propusieron que estas fechas devinieran en un consumismo radical en el cual aparentemente la felicidad y el sentido se pueden adquirir en un centro comercial.

Cada quien es libre de darle el sentido que se le de la gana a estas fiestas. Pero la felicidad, contra todo lo que nos hacen creer los anuncios comerciales, ni se compre ni se vende.

Felices fiestas para quienes lean estas líneas: que sean de serena y profunda alegría.

Paulina Rivero Weber


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Paulina Rivero Weber
  • Paulina Rivero Weber
  • paulinagrw@yahoo.com
  • Es licenciada, maestra y doctora en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sus líneas de investigación se centran en temas de Ética y Bioética, en particular en los pensamientos de los griegos antiguos, así como de Spinoza, Nietzsche, Heidegger.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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