Cualquier entidad universitaria, fundamenta su prestigio en algo: su nivel académico, su reconocimiento mundial, sus niveles de especialización, sus planes de estudio o… en lo difícil que es “aguantar” ahí.
Todos sabemos que esta última característica ha definido al ITAM: no la excelencia académica, sino sus notas bajas, el maltrato al estudiante y la inaudita estupidez de creer que la frustración es educativa.
Conocí la pedagogía del ITAM por muchos y variados medios. Siempre me sorprendió que fuera posible hacer creer que soportar situaciones frustrantes brindara per se excelencia académica; un ambiente hostil nunca conduce al aprendizaje sano. Un hecho me impactó: ni siquiera empleaban libros, los alumnos tenían que comprar “antologías” elaboradas por el ITAM, en una impresión de pésima calidad. Sí: como si se tratara de una preparatoria, este instituto basaba su enseñanza en antologías.
A modo de bienvenida, algunos profesores advertían, prepotentes, que pocos lograrían concluir; como si un bajo índice de titulación garantizara una buena educación: ¡qué tontería!
Pero la letra con sangre no entra, y “difícil” no es sinónimo de “excelencia”. Si así lo fuera, mascar clavos al leer la Ética de Spinoza sería lo más indicado. No, un buen maestro logra que sus alumnos lean con alegría y admiración al autor.
Las notas bajas, la frustración y la presión garantizan un ambiente hostil, no un buen nivel académico: en ningún ranking aparece el ITAM en los primeros lugares de Latinoamérica.
El más mediocre profesor que tuve en la UNAM, calificaba bajísimo. No así Nicol, Rovira, Xirau, Sánchez Vázquez, Juliana González, Paola Vianello, Graciela Hierro y otros docentes que sobresalieron por el fervor que infundían en sus alumnos para leer todo el año, y por clases que eran una enseñanza del gozo y la pasión por el conocimiento: es factible una pedagogía revitalizante.
La pedagogía de la frustración es una sandez: el verdadero maestro infunde gusto y amor por el saber.
Un consejo, itamitas: si no hay alegría en esta etapa de sus vidas y requieren psicólogos para estudiar, de raíz algo no anda bien. Cambien el método.
Frustrar, no es educar.