En un régimen de “primero los pobres”, donde el Ejecutivo ha hecho énfasis en un mejor Estado de bienestar, donde ha habido programas orientados a aumentar el ingreso de los más pobres, no existen estadísticas oportunas para evaluar el impacto de estos programas en la distribución del ingreso.
Las últimas cifras de 2020 sobre el coeficiente de Gini y mediciones de pobreza e ingreso en los hogares traen el shock externo del covid que generó pobreza en todo el mundo, por lo que todas las aseveraciones sobre los cambios en la distribución del ingreso basados en cifras del 2020 están fuera de contexto.
Podemos elaborar algunas conclusiones analizando la distribución del ingreso entre las empresas no financieras y los hogares. En la evolución del PIB por sectores notamos que mientras en 2018 las empresas no financieras contribuyeron al 47.8 por ciento, en 2021 esta cifra fue del 44.6 por ciento, aunque su crecimiento nominal fue del 9 por ciento. En contrapartida la tajada del pastel de ingresos del sector hogares pasó del 33.2 al 34.4 por ciento, y su crecimiento nominal fue del 13 por ciento.
La intuición coincide con la evidencia empírica, en un México donde el gasto social ha pasado del 10.2 al 11.4 por ciento del PIB de 2017 al 2021, y las remesas en el mismo periodo aumentaron del 2.6 al 4 por ciento. Lo que esto significa es una mejora real en los ingresos de los hogares, pero también en el ingreso disponible para gasto, pasando del 73 al 79 por ciento del total nacional. De ese ingreso disponible no todo se ha ido a gasto, haciendo notar que el ahorro de los hogares creció durante el periodo de 11.1 a 17.6 por ciento en relación con el ahorro bruto total mientras que en las empresas cayó de 10.2 al 3.5 por ciento.
Concluiríamos, pues, que la distribución del ingreso hacia los hogares ha mejorado en México, aunque no contamos con cifras que nos describan esa distribución al interior del sector. Aún sin poder distinguir esta distribución, una explicación de esta mejoría ha sido el aumento en el gasto social y en las remesas, donde los beneficiarios han sido los más pobres. Las cifras estarían señalando a un consumo privado/mercado interno más fortalecido tanto como generador de demanda como de ahorro.
@PatyArmendariz