Política

Dos decepciones

Mi primera decepción democrática vino un par de años después de obtener la credencial de votar.

Aún recuerdo la instrucción que me dio el secretario de uno de los subsecretarios del secretario de Educación y Cultura, de Sonora. Regalándome su enorme sonrisa de Gato Félix, con una mano me extendió una tinta blanca para lustrar zapatos y con la otra alargó unos papelitos con algunas palabras sueltas y frases hechas que podrían servirme de inspiración para “decorar” mi coche y darle la bienvenida a Ernesto Zedillo, titular en ese entonces de la SEP.

Creí que el gesto era mera zalamería del titular de la secretaría de Educación de Sonora, pero mi suposición se vino abajo cuando, nuevamente, el siempre sonriente secretario me pidió que firmara la lista que se enviaría a la oficina del gobernador. Me rehusé, teniendo claro que me caería encima un regaño que tenía como único fin hacerme sentir cucaracha.

Mi segunda decepción democrática fue cuando Ernesto Zedillo, ahora convertido en candidato a la Presidencia de la República, visitó la ciudad de Hermosillo.

Una vez más, el alegre secretario se apersonó en mi miniescritorio para girarme una clarísima instrucción: “Pablito, te dejo esta chinolita para que a tu vochito le pongas un mensaje de bienvenida a nuestro futuro presidente; y antes de que se me olvide, préstame tu credencial del IFE para que Normita la fotocopie y ya quedes en la lista final que mandaremos a la oficina del señor gobernador”. Haciéndome güey, pregunté: “¿Qué lista, profe?”, “La de los votos asegurados. Ya sabes que el señor gobernador cuenta con los votos de toda la secretaría”, reviró al tiempo que me regalaba su sonrisa gatuna.

Traigo a cuento este par de decepciones democráticas, porque el proceso electoral del Poder Judicial suena a esto y mucho más.

A los vacíos procedimentales, la imposibilidad de informarse de manera adecuada y comprender del todo por quién votar se suman los sesgos del algoritmo del Instituto Nacional Electoral, la falta de presupuesto, de casillas, el conteo extemporáneo de los votos, la circulación de acordeones, el acarreo pactado y demás triquiñuelas que se mal esconden bajo el manto de la supuesta voluntad del pueblo.

A pesar de este mugrero iré a votar. Quisiera hacer algo más, pero es lo único que puedo hacer en mi rol de ciudadano concernido e indignado con esta nueva tomadura de pelo.


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Pablo Ayala Enríquez
  • Pablo Ayala Enríquez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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