Política

Días de duelo

Cada vez que entro a Facebook, la mitad de los mensajes tiene que ver con una Alerta Amber canina para dar con el paradero de peludos como el Cookie, Elmer, Rocky o Marcelo. Los mensajes dan santo y seña: cojea, trae collar morado, es súper amistoso, etcétera.

La alerta también funciona para acomodar a los que no tienen casa, pero aquí el tono cambia drásticamente, porque se echa mano de un dramatismo grosero que lastima la pupila con fotografías de perros famélicos, sarnosos, golpeados, tuertos y ensangrentados.

Este protagonismo perruno no es exclusivo de las redes. En parques, centros comerciales, restaurantes, aeropuertos, centrales de autobuses y empresas es común ver perros paseándose en carriola.

No entraré al trapo de si algunos perros tienen mejor vida que ciertas personas. Que una persona se afane y logre que un perro extraviado vuelva a casa o ablande el corazón de otra para que cure y adopte un perrito maltratado, no es poca cosa. Estas acciones hablan de la capacidad para compadecerse del sufrimiento ajeno, conectar con el valor y necesidad de sentirse acompañado y, entre otras cosas más, dar una mano a quien lo requiere.

Este tipo de sensibilidad moral, me parece, es propia de los tiempos que corren. Si bien es cierto que los animales desde siempre nos han acompañado, nunca habían sido objeto de tanta consideración. Hoy un perro no es un simple animal. Es amigo, colega, un incondicional en muchos sentidos, por eso muchos lo tratan con la misma consideración y dignidad que tienen hacia los humanos.

Traigo a cuento este asunto, porque un buen amigo me compartió una encuesta donde se preguntaba lo siguiente: “¿Crees que las empresas pet friendly deberían ofrecer días de duelo por la pérdida de una mascota?”. El 50% estaba en favor del sí, el 17 dependiendo de la situación, el 8% no lo había pensado y el 26% no estaba de acuerdo.

En México, la Ley Federal del Trabajo no prevé este derecho. Sin embargo, creo, si comienza a exigirse por la vía del dolor que generan los decesos perrunos, habrá mucha más posibilidad de despertar la indignación y sensibilidad moral requerida para la puesta en marcha de cualquier iniciativa o reforma de ley.

Piénselo con calma y verá que la idea no es una insensatez. Sobran los ejemplos donde el dolor canino despierta más solidaridad y compasión que el sufrimiento humano. Sea cual sea.


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Pablo Ayala Enríquez
  • Pablo Ayala Enríquez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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