Los simios son nuestros parientes más próximos. Y compartimos algunas conductas sexuales. Pero también tenemos diferencias. Los antropólogos han expuesto una teoría muy sencilla respecto a el tamaño de los testículos: “Las especies que copulan con más frecuencia necesitan testículos más grandes”.
Un hombre de 70 kilogramos tiene testículos como bolas de ping pong que pesan unos 50 gramos cada uno, un gorila espalda plateada adulto pesa cerca de 180 kilogramos y sus testículos son como unas aceitunas que pesan 30 gramos. El pene del hombre mide 18 centímetros y el del gorila tres centímetros de longitud.
Estas diferencias tienen que ver con la evolución y la reproducción. La meta era proyectar los genes hacia el futuro como padre biológico. Los gorilas necesitan de espaldas anchas y musculosas grandes y desarrollados para pelear con los demás machos y adueñarse de un grupo de hembras para formar el harem; luego escoger a una como principal, pero después se apareará con todas.
Así el gorila no necesita sus genitales para competir.
En cambio el ser humano tuvo menor necesidad de desarrollar músculos grandes, pero desarrolló un pene y testículos más grandes; durante millones de años la sexualidad humana ha sido promiscua, aunque predomina la monogamia (un asunto muy discutido hoy en día por los antropólogos).
Visto de otra manera estas diferencias en los tamaños y proporciones tienen que ver con que las hembras de los gorilas tienden a aparearse sólo con un macho; mientras que su contraparte humana se aparea con varios hombres. Los gorilas copulan menos de 20 veces en su vida; mientras que un hombre puede llegar a copular más de cinco mil ocasiones durante su vida.
Una eyaculación humana contiene alrededor de 50 a 500 millones de espermatozoides. El volumen eyaculado en el hombre es de cuatro a seis mililitros; el gorila eyacula 0.3 mililitros. La duración de la cópula propiamente es de 10 minutos en el hombre, mientras que en los gorilas dura un minuto.
Todos estos cambios y diferencias se han desarrollado durante millones de años para garantizar la supervivencia de la especie. Pero si se trata de competencia, los espermatozoides son unos auténticos gladiadores. Sólo uno entre millones logrará fecundar. De hecho el semen del hombre tiene sustancias químicas que destruyen la presencia de esperma depositado previamente por otros hombres.
El pene del hombre crea un vacío en el tracto reproductivo de la mujer; este vacío succiona el semen que haya sido depositado previamente y deja el camino libre al nuevo esperma para entrar en acción. Este es el ingenioso Homo Sapiens.
vademecum_64@yahoo.com