Cultura

Autodestrucción culposa: la ballena

Además de los merecidos premios Oscar que anoche fueron otorgados y nominados a “La ballena”, entre otras cosas gracias a la brillante actuación de Brendan James Fraser, este filme es un claro ejemplo de una obra de arte que tiene un gran componente terapéutico.

La película no solo mantiene al auditorio al filo de la butaca sino que conecta permanentemente con sus emociones, genera profundas reflexiones y está plagada de simbolismos muy significativos.

Dirigida por Darren Aronofski y escrita por Samuel D. Hunter, la obra es una pieza completa que si bien tiene al perdón como centro de la trama, en el contexto se abordan: la importancia de la salud mental, el camino de la autodestrucción elegida por la obesidad mórbida de un comedor compulsivo, las culpas no perdonadas que cambian la vida del ser humano, la codependencia “obligada”, la discriminación por “gordofobia”, la rebeldía y resentimientos de una crianza disfuncional y, la reivindicación a través de la catarsis.

Sin hacer spoiler para quienes no la han visto, la recomiendo ampliamente para conocer estos temas tan comunes y tan estigmatizados en la actualidad.

Esta historia es similar a la de tantas adicciones, trastornos de la conducta alimentaria y conductas obsesivo compulsivas, en los daños y consecuencias de la persona que padece la enfermedad y, la codependencia de su familia y la gente cercana.

Es un retrato muy bien logrado de una vida en la que los errores cometidos se convierten en culpa, ésta se vuelve veneno puro para el alma y propicia la autodestrucción en una persona, mientras que las que están a su alrededor lo sufren de diferentes maneras. Desde quien decide sentirse responsable de cuidarle a costa de abandonarse a sí misma, hasta quien elige ser víctima manipuladora y perseguidora de su familiar, excusándose en los daños recibidos. Y de una u otra forma, todos buscan su propia redención.

Es también una tremenda narrativa de la vida en declive de un comedor compulsivo que se abandona y opta por la ruta de la muerte en lugar de la vida. Las consecuencias físicas, mentales y emocionales, además de la “gordofobia” que lo mantiene en aislamiento, son escenas dramáticas muy bien logradas.

Al igual que en adicciones y otras enfermedades mentales, la necesidad de ser perdonado y el amor, se vuelven factores muy importantes en los procesos de catarsis y sanación, independientemente del final que cada caso tenga.

Felicidades por este tipo de cine que pretende romper estigmas y retratar una realidad que a veces quisiéramos evitar voltear a ver. Si no la ha visto le sugerimos ir con mente abierta y un corazón dispuesto a conectar con la historia.

Omar Cervantes Rodríguez

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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