El principal responsable y vocero del gobierno alemán de cara a la emergencia sanitaria por covid-19 es Lothar Wieler, director del Instituto Robert Koch, agencia gubernamental dedicada al control y la prevención de enfermedades. Por más que me he afanado, no he dado con participación alguna del doctor Wieler en una lectura colectiva de poesía durante la pandemia. De hecho, excepción hecha de una frase —“Claro que extraño al FC Colonia”, su equipo de futbol favorito—, pronunciada en el curso de una explicación de las medidas de confinamiento aplicables al deporte profesional durante la pandemia, ninguna de las declaraciones del funcionario en las últimas seis semanas ha versado sobre asuntos ajenos a la emergencia.
Imaginemos, sin embargo, que Wieler hubiera dedicado unos minutos de su agenda a leer a cuadro unos versos de Rilke como parte de una campaña pública para fomentar la lectura en casa de cara al confinamiento. Seguramente habría sido bien recibido, en virtud de los buenos resultados que arroja la estrategia a su cargo: con un programa de pruebas masivas (25 por cada mil habitantes), y 7 mil 550 muertes por 171 mil 707 casos diagnosticados, Alemania tiene una tasa de letalidad de 4.4 por ciento.
Ahí hay margen para la poesía.
En México, el número de infectados es un misterio (con 0.4 pruebas por cada mil habitantes —62.5 veces menos que Alemania— somos el país de la OCDE que menos ha aplicado), el modelo para determinarlo es igualmente ignoto (y cambiante) pero las cifras oficiales al 9 de mayo dan 3 mil 353 muertos por 33 mil 460 diagnosticados, con una tasa de letalidad superior al 10 por ciento (más del doble de Alemania). El equipamiento para el personal médico es insuficiente, los ventiladores escasean (y son comprados a precio de oro al hijo de un funcionario público), las camas de terapia intensiva amenazan con acabarse y el vocero del gobierno federal habla de aplanamiento de la curva cuando tanto el número de confirmados como el de muertes alcanzan su nivel máximo: mil 938 nuevos contagios y 193 decesos anuciados el 9 de mayo.
No, doctor Hugo López-Gatell: usted no tiene margen para la poesía.