Ute Lemper: Rendezvous with Marlene. El anuncio parecía hecho para mí, que soy un chiflado del viejo Hollywood como de la Alemania de Weimar, que tengo a Marlene Dietrich por el mito cinematográfico más poderoso que haya existido —caricia y látigo, Circe y Friné, Venus de las pieles con cuero negro en la voz— y que cierto estoy de que Fraulein Lemper, la compatriota suya que ha dado nueva vida a su repertorio, es acaso la encarnación contemporánea de su espíritu, sin duda su principal exégeta.
Compré, pues, mi entrada digital para el sábado pasado. Me dispuse al consumo de dos horas de nostalgia y glamour, de medias de red y sombreros de copa. De todo eso hubo, en efecto, aunque solo a título de carnada.
Rendezvous with Marlene no es un mero concierto. Es teatro filmado en el que Lemper recrea la llamada telefónica que tuviera en 1987 con su inspiración, y encarna a ambos personajes: Ute joven, triunfando en un montaje parisino de Cabaret, y Marlene vieja, alcohólica y recluida en su departamento parisino.
Bien escrito por la propia Lemper, el espectáculo permite un recorrido previsible —y magistral— por el cancionero de Dietrich pero también un anecdotario de su vida, sus amores y su Guerra: la Segunda, en que abjuró de su país y de su lengua para combatir el fascismo al lado de los Aliados. Es entonces que la puesta en escena trasciende la evocación agridulce del pasado para tornarse comentario vívido sobre el presente.
Ute canta uno de los últimos clásicos de Marlene: “Where Have All the Flowers Gone?”, lamento por un mundo herido. Se proyecta en su entorno la hilera infinita de cruces blancas del cementerio de Arlington: tantos muertos innecesarios por el capricho de tantos políticos obtusos. Se desvanecen Weimar y Berlín, Hiroshima y Pearl Harbor, Vietnam. Quedan la diva devenida vida, la muerte en su rededor, la tragedia.
Ute/Marlene, digna y lúcida, sentencia que había que ser estúpido para creer en un proyecto que buscaba aniquilar la democracia, hacer de los compatriotas enemigos, apelar a los sentimientos más bajos.
El eco resuena: “When will they ever learn”.
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