Según José Alfredo Jiménez, uno de los autores más icónicos y admirados de Guanajuato por su talento con sus composiciones que eran poesía hecha música, cosa que le valió fueran escuchadas y cantadas o por lo menos tarareadas en todo el mundo, se me viene a la mente “Camino de Guanajuato” y en específico la estrofa en donde dice “La vida no vale nada” la verdad es que si conociéramos la historia de la canción entenderíamos que fue escrita en medio de una terrible tristeza derivada de la muerte de su hermano mayor, quien le había pedido escribirle un himno a Guanajuato y José Alfredo dejo para después usando la frase “hay más tiempo que vida”, en el velorio la madre de ambos le comento a José Alfredo desconsolada “La vida no vale nada”, como diría mi Papa sobre este tipo de historias ¿y quien lo vio? Sin embargo, yo me imagine toda la escena y como escritora me hace sentido que una de sus obras más trascendentes haya sido escrita en un momento de profundo dolor, es cuando el alma esta quebrada que en nuestro afán de repararla nos conectamos con nuestro espíritu y surgen las palabras exactas para explicar lo que estamos no viviendo, sintiendo. Todo esto para decirles que José Alfredo Jiménez se equivocó con esa frase, en Guanajuato la vida si vale y mucho. Pero justo ayer escuchaba al Dr. Gabor Mate, quien explica que el deseo de justificar nuestra existencia en el mundo, de intentar trascender y cumplir los estándares impuestos a veces hasta por nosotros mismos olvidamos la importancia de la alegría y de nunca de dejar de hacer lo que nos hace felices, por qué sacrificamos eso a cambio de validar nuestra existencia, cuando en realidad no necesitamos validar nada, la existencia misma es nuestro valor universal, así que dejamos de hacer lo verdaderamente importante a cambio de validarnos todo el tiempo, el doctor concluye que so volviera a nacer intentaría hacer más lo que le gusta y valoraría más los momentos de alegría que los de la autovalidación y la validación de otros, así que la vida si vale y mucho, pero somos nosotros quienes decidimos el valor que nos damos, aprovechándola o viviéndola para complacer a los demás. Así que yo los invito a que hagan un análisis interno de lo que en realidad los hace felices, de la gente con la que en verdad disfrutan estar, de las actividades que les generan alegría y por favor no las sacrifiquen por todo lo demás que nos hace creer que se llama “éxito” cuando en realidad el verdadero éxito en la vida es haberla vivido bien, con nuestras reglas, sin hacer daño a nadie y estando conscientes que como decía el padre el Padre Hurtado de Chile “ solo somos un disparo en la eternidad”.
