No fue accidente: FUE CRIMEN DE ESTADO.
Y una lista infinita de irregularidades lo comprueba, como la investigación periodística de Gloria Muñoz Ramírez, para La Jornada, donde se enlistan todos los siniestros que la empresa ha protagonizado durante años en la más alta impunidad, sin absolutamente ninguna sanción, suspensión o consecuencia equivalente.
¿Cuántas personas más deben morir para que el gobierno y la clase política dejen de beneficiarse de operarios sin licencia (pero sí jugosos sobornos)?
¿Por qué tenemos que consumir el cuento de “la abuelita heroína” en vez de recibir una disculpa pública, atención integral a la contingencia y castigos ejemplares para toda la red corrupta responsable?
Lo preguntaré una vez más: ¿por qué los familiares de los heridos, desaparecidos y fallecidos están en la calle, sin alimentos ni resguardo y consiguiendo insumos médicos que los hospitales no tienen y deberían tener? ¿Y toda la clase política con sus salarios estratosféricos?
¿Por qué son los vecinos quienes llevan cobijas, alimento, medicinas y abren las puertas de sus casas para que la gente pueda pasar la noche?
¿Por qué una influencer que es tan criticada por comerciar con su cuerpo (como si no lo hiciéramos todas las heteros a cambio de amor, de un techo, de respetabilidad o de dinero), es quien está haciendo donativos significativos?
¿Por qué la empresa no ha generado un comunicado de disculpas? ¿Por qué no hay arrestos hasta ahora?
¿Por qué ahora resulta que la culpa es del conductor (un trabajador precarizado también), pese a la inmensa cantidad de irregularidades de la empresa durante años?
¿Por qué los doctores, enfermeras, protección civil, bomberos y demás personal sanitario están trabajando más de su turno sin paga, en solidaridad, pese a estar sumamente mal pagados, en vez de recibir la dignidad que se merecen?
¿Por qué las personas que hacen que la ciudad funcione tuvieron que caminar tres horas para llegar a sus casas porque A NADIE SE LE OCURRIÓ que MILES de personas no podían pagar un taxi o un Uber a sus casas, y con el transporte público detenido solo les quedaba caminar?
¿Dónde están sus miles de camiones de personal que usan para llevar acarreados a sus mítines?
¿Por qué la presidenta, Clara, y quien sea que tenga esa alcaldía se fueron a dormir cómodamente a sus casas mientras un montón de personas que deben levantarse 4 am para llegar a sus trabajos en zonas gentrificadas a tiempo, se pasaron la noche velando, cuidando, alimentando, buscando, transportando, ayudando?
Las abuelas que protegen a sus nietas con sus cuerpos son noticia cuando la tragedia se vuelve insoportable, pero esa abuela hizo lo mismo todos los días, llevando a su nieta al trabajo para que su madre pudiera trabajar, porque la 4T es el “gobierno de la gente” pero no de las mujeres, y mucho menos de las mujeres que cuidan, porque su primera acción hace más de un sexenio fue cerrar las guarderías que le permitían a miles de mujeres ir a trabajar tranquilas.
Fue un crimen de Estado, porque la corrupción se cobra víctimas siempre donde muchos pueden fingir que no importa, sobre cuerpos que pueden desaparecer en silencio, como los de todas las personas en situación de calle que se convirtieron en cenizas y nadie sabe ni sus nombres; porque hoy harán muchas promesas, pero no cumplirán ninguna, porque los únicos que abrazan la tragedia son la misma gente del barrio, porque el barrio sabe, el barrio siente y el barrio vive la tragedia todos los días.
El barrio se sostiene a sí mismo mientras la clase política lleva su sangre en las manos.
