Matando a periodistas no se mata la verdad, no desaparecen los hechos, no se esconden los delitos, la corrupción, la impunidad; pero en México se cree que así es, que si se amenaza, que si se compra, que si se coarta, que si se asesina a los reporteros, el país aparecerá ante la opinión pública como un inconmensurable paraíso, donde el "no pasa nada" o "son hechos aislados", aclararán las dudas y se controlará a la sociedad.
En innumerables ocasiones, hasta la saciedad, se ha mencionado que México es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo. Nos comparan con Irak o Afganistán –comparaciones poco halagadoras- pero el asunto es que en esos países hay guerra, en toda la extensión de la palabra, hay una lucha abierta entre dos bandos, incluso entre dos naciones, no existe la democracia y se han eliminado por completo los derechos civiles. Y en México se supone que eso no está pasando.
La mal llamada guerra contra el narcotráfico, que inició el gobierno del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, no es más que un combate a la delincuencia organizada, una lucha intestina que ha llevado al gobierno, en todos sus niveles, a las fuerzas armadas y de seguridad, así como a las bandas organizadas del crimen, a cometer una serie de fechorías en contra de la población civil sin que exista castigo.
Tales abusos buscan ser tapados, escondidos, acallados. Incluso, por parte del gobierno, se han establecido políticas para conminar a los medios de comunicación a evitar ciertos conceptos que refieren a los hechos delictivos cometidos por ambos bandos.
Al no lograr su cometido, tanto delincuentes como gobierno, inician un acoso frecuente en contra de esos que no quieren someterse a sus designios, llegando incluso a matar a los reporteros, camarógrafos, fotógrafos y todo aquel que haya sido testigo de algo poco favorecedor y que denuncie los abusos a los que se somete a la población.
Es así como en México, según informó la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), de acuerdo con versiones periodísticas que tiene, desde 2010 a enero de 2015, hay 433 expedientes de queja por agresiones a periodistas o medios de comunicación; y conoce de 97 muertes de periodistas o trabajadores del gremio, asesinados presuntamente en razón de su trabajo.
En efecto, México es un país letal para la libertad de expresión y para el derecho a la información, aunque éstos sean dos derechos amparados por la Constitución mexicana.