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  • Mónica Ramírez

El 20 de diciembre se celebran elecciones generales en España, un país que está convulsionado por una precaria economía, tocado por el desafío soberanista de Cataluña y cimbrado por escándalos de corrupción que alcanzan hasta a la propia realeza.

El desencanto de los españoles por la política tradicional es evidente y se refleja en la última encuesta de intención del voto. El bipartidismo (formado por los dos grandes partidos: Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español), está condenado a la desaparición.

Es evidente que ahora se han abierto paso formaciones políticas emergentes, que están captando los votos de la desilusión, de la animadversión y del castigo. Son esos sufragios, los que colocan al PP y al PSOE (que son los partidos más votados) en una posición difícil, ya que, al tener España una democracia parlamentaria, se necesita una mayoría absoluta del Congreso de los diputados, para poder gobernar y ninguno de los dos la obtendrá.

El último sondeo advierte que el Partido Popular, encabezado por el actual presidente, Mariano Rajoy, obtendría alrededor del 25 por ciento de los votos, unos 109 escaños; el Partido Socialista Obrero Español, liderado por Pedro Sánchez, alcanzaría 21 por ciento de la votación, unos 90 diputados; Podemos, partido emergente de izquierda, encabezado por Pablo Iglesias, tendría 19 por ciento de la intención del voto, 60 diputados y Ciudadanos, partido emergente de la nueva derecha, que obtendría 18 por ciento y 60 diputados.

Así, ninguno de los dos partidos tradicionales tendría los votos suficientes para poder investir al presidente, incluso ni con el apoyo de los emergentes (si es que hay algún consenso) alcanzarían la mayoría absoluta que requiere para este caso. Ahora, los partidos minoritarios (Izquierda Unida, Esquerra Republicana de Catalunya, Democracia y Libertad, Partido Navionalista Vasco, principalmente) serán clave para alcanzar esa mayoría tan deseada, pero la posición de estas formaciones es la de no apoyar a nadie, como castigo a las políticas impuestas desde el gobierno y al desprecio que han sido expuestos durante años.

El panorama electoral español no es nada halagador. El presidente y candidato, Mariano Rajoy, se enfrenta a un escenario poco favorecedor, a pesar de que logrará ganar las elecciones; es por ello que está urgiendo una reforma electoral que permita gobernar a las listas más votadas y no como ahora se hace, a través de un sistema de proporcionalidad, que no le garantiza la reelección.

PASOS EN FALSO

El cara a cara entre los dos candidatos mayoritarios, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, dio mucho de qué hablar. Fueron juzgados e ironizados desde el plató de televisión y su decorado hasta el más mínimo gesto de los contrincantes.

Las redes sociales mostraron su poder. La sátira, rayando en la crueldad, dejó ver que los españoles ya no creen en estos dos partidos y el domingo lo demostrarán.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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