Un joven de 20 años nacido en Teziutlán llegó a Roma decidido a estudiar dibujo, con el afán de copiar las obras de los grandes maestros. Desde niño se había interesado por la pintura y, establecido en la Ciudad de México muy joven, se dedicó al comercio con su familia, pero todo el tiempo libre lo ocupaba en dibujar.
Su familia lo inscribió en la Academia Nacional de San Carlos: pronto fue reconocida su habilidad como dibujante. Él soñaba con ir a Roma: es Juan Cordero (Hoyos y Mier), nacido el 16 de mayo de 1824 “en un pueblo casi ignorado (en Teziutlán, Estado de Veracruz)” nos dejó escrito el fundador de nuestro periodismo y nuestra literatura nacional, Francisco Zarco quien no se equivocó en el dato publicado La ilustración mexicana, tomo I, en 1851: la población pertenecía entonces a la entidad veracruzana. Hoy, Teziutlán pertenece al Estado de Puebla, como lo sabemos todos.
De apenas 22 años de edad, El Zarco de Durango publicó una larga reseña del teziuteco en Europa, a donde llegó el 1 de junio de 1844; en Roma estudió con el maestro Carta, por sus propios medios, hasta que el general Antonio de Bustamante le dio “algún apoyo”. Para noviembre de ese año, ya era “agregado a la legación mexicana cerca de la corte pontificia.”
Con un retrato de su maestro —expuesto en la galería italiana San Lucas— Cordero mostró muy pronto su capacidad artística, la cual fortaleció estudiando 14 horas diarias dibujo, perspectiva y anatomía. Ganó una medalla en un concurso, al cual se inscribió subrepticiamente; después ganó dos primeros premios formalmente.
Moisés y Colón fueron dos de sus obras tempranas, aclamadas en Europa; las mandó para exponer en San Carlos, en México, pero la envidia y la maledicencia buscaban impedir reconocerle. Hoy es imprescindible pilar de nuestras artes plásticas.
No recuerdo que en el 2024 o este año haya habido un homenaje por sus 200 años; esperemos celebrar en el 2026 sus 202 años de nacimiento.
Si el lector o lectora han llegado hasta aquí, gracias: deseo aprovechen al máximo el año que comienza, una oportunidad única. Felicidades.
