Política

RIP o PRI

Ni en el derrumbe priista de la época de Fox nadie se hubiera imaginado la debacle del otrora hegemónico partido que incluso en sus estertores llegó a recuperar terreno y aún llegar al poder con Peña Nieto. Sin embargo, poco se pensó que, pese a su caída al tercer peldaño político nacional, llegaría a convertirse en un factor trascendente para el régimen en el que se comparten tanto los odios o los rencores mutuos. Ahora resulta que el tan vituperado PRI se convierte en el aliado indispensable para las causas del gobierno federal actual. Pese a sus contados votos, como ya sucedió, termina irónicamente por inclinar la balanza para hacer ganar al morenismo y al propio presidente en sus modificaciones constitucionales. Es decir, el PRI parece más que muerto, pero está encontrando oxígeno y eventual supervivencia apoyando al enemigo acérrimo y quizá lo sea en función de las conveniencias personales de sus dirigentes y de los compromisos adquiridos de sus mismos legisladores en ambas cámaras. Lo peor, claro, está por venir.

Al presidente “Alito” ya no le queda un centavo de credibilidad y quizá ni de liderazgo, menos de pena. Después de todo, sus detractores de tiempo atrás, parece tenían razón. Bastaron los amagos de enjuiciamiento político por presunto enriquecimiento ilícito para que doblara las manos y hasta el espinazo; igual sucedió con el exgobernador coahuilense Rubén Moreira que mejor se curó en salud. Acaso unas cuantas voces discrepantes, como la de Claudia Ruiz Massieu o Beatriz Paredes, que de nada sirvieron a fin de cuentas puesto que a ellas casi ninguno de sus compañeros congresistas les debieron el puesto. La “cargada” se hizo evidente a favor de las intenciones presidenciales. A la exdiputada priista Yolanda de la Torre que lanzó la iniciativa de continuidad de las fuerzas armadas hasta el 2028 posiblemente le ganó la vergüenza de haber sido utilizada y mejor declinó la curul, aunque premiada enseguidita con la presidencia del Supremo Tribunal de Durango. Así es el juego del PRI, de Morena y de todos a fin de cuentas.

Empero, ahora el operador número uno de López Obrador, o sea el secretario de gobernación Adán Augusto López, se lanza a todos, sí a todos, los congresos estatales para refrendar constitucionalmente que siga la militarización de seguridad pública como está ya previsto. Insulta incluso a los que llegan a manifestarse opuestos, los califica de “hipócritas” y fiel a convertirse en émulo o simple comparsa del titiritero, seguramente aprovecha para ir “adelantando” lo que está por cocinarse, o sea la reforma electoral que hoy ya va en caballo de hacienda gracias al sometimiento del PRI. Esta es, en suma, la verdadera amenaza que pende sobre la democracia mexicana pero ya no queda duda de que se abren así las opciones para que se establezca la continuidad del régimen y el gobierno total a nivel personal, que se convertiría en dictadura, o bien un nuevo “Maximato” (prevalencia de un jefe máximo) al estilo de Plutarco Elías Calles. ¿O de qué otra manera entender la obsesión de imponer corcholatas a cual más lacayescas? ¿de qué otra manera ver el ataque diario a la oposición, a los “conservadores”, a los “traidores a la patria”, a los “neoliberales” y ahora hasta a más de cuarenta “probables” candidatos a disputar, según dijo, la presidencia de la república, acusando, exhibiendo o ridiculizando prospectos inventados en su mayoría, aunque se metan en una bolsa de manera absurda e ilógica?

Ya dado el primer paso, AMLO y su escudero Adán, a quien por su rango le correspondería más hacer papeles conciliadores y de apaciguamiento social, ahora se manejan en terreno más seguro y confiable para acometer lo que ni veían ya probable: exterminar al INE como tal, forzar una “elección” amañada de sus consejeros, reducir a la oposición en las cámaras, eliminar los órganos electorales locales y muchas acciones que no tienen otro destino que asegurar que la siguiente elección federal pueda ser lo más manipulada y controlada posible, incluso volviendo a su fórmula de retornar al autoritarismo de cuando los procesos se sujetaban a una estructura totalmente oficial y dependiente de Gobernación, como en tiempos del ahora intocable Manuel Bartlett a quien se le “cayó” el sistema.

Malas nuevas para la genuina oposición que ahora tendrá que reconformar estrategias y establecer alianzas obligadas si se anima a ser realmente competitiva. Todo mundo sabía que el PRI ya olía a muerto, pero quedaba al menos la perspectiva de seguir sumando en torno a una coalición que se advierte endeble y con muchos inconvenientes para desarrollarse plenamente. En cambio, el gobierno camina, y lo sabe, casi sin contrapesos y el PRI que parece RIP, se agrega a sus blandones como simple “partido bisagra”, requerido para las votaciones de mayoría calificada, so pena de amenazantes medidas contra sus miembros y dirigentes. Colofón más triste no podía tener un partido al que finalmente le llegó, de entre sus filas, su propio enterrador.

Miguel Zárate Hernández

miguel.zarateh@hotmail.com

Twitter: @MiguelZarateH

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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