Política

¿Quién le teme a Donald Trump?

Ni duda cabe de que una de las estrategias políticas más recurrentes del presidente de Estados Unidos es, por así decirlo, una especie de “terrorismo” verbal. Lo peor, claro, es que no deja de tener sus efectos. Sin embargo, habría que distinguir dos cosas: la primera es la real, o sea pronunciamientos que se transfieren a lo que el gobierno vecino denomina “órdenes ejecutivas”; lo otro no son sino frases de intención, llamados patrioteros (lo que nos resulta aquí bastante familiar) y hasta peroratas sin sentido. A los mexicanos nos toca tomar en cuenta lo real, lo que puede representar un impacto negativo tanto en lo social como en lo económico, sin perder el tiempo en lo demás y sin hacer caso de trivialidades de las que parece disfrutar tanto Donald Trump para asustar, amagar y sacar algún provecho de imagen ante sus conciudadanos pero que sabe a ciencia cierta que sería muy difícil concretar.

Empecemos por el hecho de que nuestra presidenta no fue invitada a la toma de posesión. La verdad es que en el protocolo americano no se dan estas invitaciones a los jefes de estado o de gobierno. Si así fuera, no faltarían mandatarios de primer nivel, reyes, primeros ministros, etcétera. Nada de eso. Los que estuvieron fue por razones de ciertas afinidades, amistad o simpatía. Lo único preocupante es que Sheinbaum, de entrada, no está en la lista de empatías de Trump y a ello ha coadyuvado mucho la cercanía procurada desde el régimen de López Obrador con naciones dictatoriales, el hecho de un tácito reconocimiento al nuevo gobierno de Maduro, la proximidad con la economía china, etcétera. Además, está visto que el presidente de los estadounidenses tiene en la mira objetivos muy claros en cuanto a México, lo que ya es ampliamente sabido.

Hasta cierto punto, Sheinbaum ha actuado de manera prudente, sin dar respuesta en los términos agresivos que se han hecho hacia el país. No obstante, esto dista mucho de poner en marcha planes eficaces para frenar los cuestionamientos esgrimidos: ¿cómo negar que el narcotráfico se ha enseñoreado en buena parte del país? ¿cómo rechazar que a los grupos del crimen organizado se les califique de terroristas ya que no les falta nada para serlo? ¿cómo descalificar a Estados Unidos por aplicar la ley dentro de sus fronteras cuando en México se da paso libre “muy humanitario” a caravanas enteras que sólo transitan para intentar cruzar la línea y hasta con cierta ayuda de México?

Desde luego que Trump dibujó muy claramente el trazo de su gobierno desde su campaña y, más hacia atrás, desde su anterior gestión. Aquí todo indica que las cosas no se han hecho bien y ahora es tiempo de que se paguen los errores, comenzando por los funcionarios clave en la relación (Relaciones Exteriores, Embajada, Secretaría de Economía, etcétera), si no resultan los más capaces e indicados, las consecuencias no serán menores. Principalmente en el orden económico ya que la trascendencia en la expulsión de migrantes indocumentados tendrá que repercutir en las divisas que envían. Y lo más grave, por supuesto, es lo macroeconómico como la imposición de aranceles extraordinarios, cosa que no se ha juzgado de manera apropiada ya que esto sería una infracción evidente al tratado comercial. Pero Trump no distingue una cosa de otra.

Tampoco repara el nuevo presidente en que impedir legalmente que un migrante tenga hijos sin que estos por nacer en su territorio puedan sean ciudadanos, constituye un proceso que implicaría nada menos que realizar una enmienda a la constitución de Estados Unidos, cosa que no parece ni sencillo ni a corto plazo. Sería como volver a aquella práctica fascistoide del “derecho de la sangre” como medio de obtención de la ciudadanía y no la de nacer en su territorio. Y no va directamente en nuestro interés pero el propósito de “retomar” el control del Canal de Panamá, tampoco se va a dar porque el mandatario de EU quiera. Hay acuerdos internacionales que no pueden violarse y aquí estamos hablando de uno que fue firmado cuando menos un siglo atrás. Sencillamente se ejecutó por el tratado entre Carter y Omar Torrijos.

Lo que parece más grave de todo es la amenaza de intervenir militarmente en nuestro país con el tema de declarar a los narcotraficantes como terroristas. Pocos lo recuerdan pero esto, según ellos, les da suficiente apoyo para intervenir incluso con uso de la fuerza en los países que supuestamente protegen a esta clase de delincuentes.

Vaya la que le espera a Sheinbaum, al gobierno mexicano y al país entero. Ahora la pregunta sería: ¿y quién le tema a Donald Trump”? Mejor saquen sus cuentas.


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Miguel Zárate Hernández
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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