Política

De Texas a Sinaloa

La masacre perpetrada por un joven de 18 años recién cumplidos en una escuela de la pequeña comunidad de Uvalde, Texas, a menos de una hora de la frontera con México, y que deja hasta ahora saldo de dos docentes y 19 niños fallecidos, muestra con crudeza una realidad a la que nuestros vecinos no han podido sustraerse pero que en nuestro país debería pegar como flagelo ya que las condiciones nacionales de violencia son en verdad mucho peores. La historia de estas sangrientas balaceras en planteles escolares de Estados Unidos lleva una secuencia de cuando menos treinta años, empezando por la que tuvo lugar en Columbine, estado de Colorado, en 1999 con resultado de 13 menores muertos, que sin embargo se vio opacada por otras más graves como la de Sandy Hook, Connecticut, con 28 fatalidades o la de Parkland, Florida, con 17. Así que la de Uvalde sea, en verdad, de las de mayor impacto.

Pero esto, aunado a otra clase de masacres, como la causada por el tiroteo en Las Vegas en 2017, en que murieron 59 personas y heridas otras 851, pone en claro la brutalidad de un fenómeno al que los estadounidenses no muestran conciencia plena. Más que nada, una sola organización con un poder inaudito, la llamada Asociación Nacional del Rifle, por coincidencia en estos días realizando su convención en la ciudad de Houston, ha sido capaz, principalmente por el apoyo de un fuerte grupo de republicanos incluido el expresidente Trump, gobernadores como Abbot y legisladores como el latino Ted Cruz, que han estado recibiendo millones de dólares de esa organización “para sus causas sociales”, de frenar cuanto intento de regulación surge de parte de otros sectores, para siquiera “regular” la compraventa de armas, incluyendo de asalto, entre la población. Cuesta trabajo imaginar tal poder que, se dice, es capaz de hacer olas y causar tormentas en la política de Estados Unidos, pero es que la respaldan también millones de miembros y el sostenimiento real de los miles de empresas fabricantes de armamento en la Unión Americana.

Naturalmente que lo vivido en Uvalde es una consecuencia inevitable en un país donde se estima que hay más armas de fuego que habitantes, y en el que las fuerzas contrarias a regular son casi imbatibles. Dígase si no cuando mientras se efectúan todavía funerales de los niños de Uvalde, Trump, Cruz y los demás se pronuncian porque todo americano posea y porte armas ya que es “la única forma de repeler a los malos”. Y para ello cuentan con un apoyo constitucional en la famosa “Segunda Enmienda”, que cobija supuestamente en forma legal la tenencia, manejo y portación (incluso abiertamente en público como en Texas), armas de toda clase.

Y como dijo aquel, lo más malo es que lo salpican. No es casualidad, definitivamente, que en los cuatro estados de EU que hacen frontera con México, existan algo así como ¡diez mil armerías! que, como a sus ciudadanos, no exigen mayores ni insalvables requisitos para efectuar la compraventa con los mexicanos. Está comprobado, además, que el 70 por ciento o quizá más de las armas que entran a nuestro país proceden de la Unión Americana y que el resto viene de fábricas europeas. aunque, en su mayoría, se venden a través de los traficantes norteamericanos. Por si fuera poco, no hay que olvidar que, en un alto porcentaje, la venta de armas en México se realiza a través de un gigantesco mercado negro.

¿Legítimamente es posible adquirir armas en México? Claro que sí ya que, al igual que en Estados Unidos, aquí la misma Constitución no lo impide, La única modalidad legal, sin embargo, es adquirirlas en la única tienda posible, que depende de la Secretaría de la Defensa Nacional. Portarla libremente, en cambio, está prohibido al ciudadano común.

En México las cifras no son nada positivas. Se calcula que hay un arma de fuego al menos por cada diez habitantes. Es decir, circulan por todas partes alrededor de 15 millones de armas de todos calibres. Y curiosamente es el nuestro el quinto país del mundo entre los que tienen armas sin registrar. Las consecuencias para nosotros son realmente catastróficas. Solamente en una década las armas de fuego han provocado la muerte de un millón de mexicanos. Aunque aún se debate la cifra, tanto al alza como a la baja, se calcula que aproximadamente este el número de los fallecidos durante toda la Revolución Mexicana.

Lo grave de todo, además de los embates cotidianos del hampa, los cárteles y los delincuentes comunes, es que todo indica que en México no se aceptan fácilmente las fallas en la estrategia de seguridad ni el control eficaz de las armas. En estos días de gira por Sinaloa, el propio presidente calificó de “cretinos” (estúpidos según la RAE) y de hipócritas a los que critican dicha “estrategia”. Prefiere se permita todo a la delincuencia, como las propias masacres nuestras de cada día, todo, lamentando lo de Texas, pero solapando a abrazo limpio lo que pasa en Sinaloa y en tantas otras partes.

miguel.zarateh@hotmail.com

Twitter: @MiguelZarateH

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Miguel Zárate Hernández
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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