Elegida la sucesora al presidente le queda la tarea de “barrer, resolver” lo que no puede dejar pendiente o demasiado visible. Tiene a su favor que la derrota de la oposición la ha hundido en un agujero más profundo aún, pues los pocos que quedan están “escarbando para abajo”. Tienen en su contra la menor protección que implica no ser el jefe máximo.
Poco a poco veremos si la estrategia de la 4T para darle más poder al Poder Ejecutivo Federal se traduce en una mejora permanente entre los grupos de población más necesitados, pues sin la vigilancia desde muy arriba, los datos de quienes miden, investigan y demuestran los efectos de las políticas públicas del gobierno federal serán mejor comunicados y valorados sin temores por la descalificación por parte de la oficina más importante del país, todas las mañanas en presencia del público nacional.
Los estudiosos de la política en la democracia aluden a mejores resultados vistos en los datos del nivel de vida de toda la población. Dejan claro la importancia de liberar al gobierno, al Poder Ejecutivo en concreto, de la necesaria atención de aspectos que se resuelven con decisiones técnicas y no con intervención política. Esa consideración implica construir un piso de gobierno con instituciones controladas por la ley, organizadas con base en personal no político y muy bien preparado para entender y resolver todos los asuntos y problemáticas que se le asigne atender. Por ejemplo, resolver la movilidad urbana requiere personal informado y capacitado para comprender el problema y sus soluciones, y no un político que le cuida “el rancho” a quien gobierna.
Educación, salud, seguridad pública y ciudadana, pobreza, energía, medio ambiente, comunicaciones, auditoría entre otros temas piden personal muy bien enterado, experimentado, con datos al día de las diferentes problemáticas de cada tema y una organización para actuar con la rapidez necesaria. Un ejemplo puede ser el Plan de atención a desastres naturales de la Secretaría de la Defensa Nacional, cuya aplicación es exitosa en la mayoría de los casos.
Los poderes, todos, necesitan un gran apoyo técnico, conocedor, bien formado, con mística y con capacidad de actuar al segundo, sin mediar órdenes de “arriba”. Sólo así las metas políticas, incluidas las promesas, podrán cumplirse.
