En estos días circula la propuesta de reforma educativa del gobierno. Además de algunos detalles generales de modificaciones escolares y de tiempos y situaciones de aprendizaje, por cierto, confusas, se han hecho declaraciones apretadas de calificativos para maltratar la educación vigente y ensalzar la propuesta. Las protestas y los apoyos públicos no se han hecho esperar, y una vez más, surge la política del resentimiento y nada de conciliación.
Ha sido la ideología, que se afirma es propia de la cuarta transformación, lo que ha permeado la nueva idea oficialista. Se trata de creer. No se demuestra la mejoría y tampoco lo deficiente de lo actual. Denostar y atacar lo anterior ha sido el tono de los supuestos innovadores, cuyo discurso parece construido con supuestos ideológicos solamente. No hay debate, se elude con base en descalificar a quienes no aceptan la propuesta. Es lo usual en estos años: Polarizar por “quítame estas pajas” y salirse por la tangente, evitar la discusión y denostar al adversario.
Educación es una acción de ayuda a todas las personas para facilitarnos la apropiación de todo lo apreciado por los predecesores. Al mismo tiempo aprender a pensar y comprender por nosotros mismos, y así valernos de lo necesario para vivir, especialmente para vivir libres. En libertad acompañarnos con otros semejantes y contribuir a mejorar las situaciones infelices del mundo en el cual vivimos. De este rasgo constitutivo de la educación, la libertad, nacen las pedagogías libertarias y al mismo tiempo surgen los adoctrinamientos meramente ideológicos.
La búsqueda libre de la verdad se sustituye con la impostura cuando se proponen afirmaciones como verdades incontrovertibles, eso propio del pensamiento único, oficial, y del no pensamiento.
Hay educación cuando se ayuda a las personas a comprender la cultura, con la cual podemos confiar en nosotros mismos y aprendemos a confiar en otros, pues en libertad descubrimos la índole de la vida, de la sociedad, de la materia, del arte, de la emoción, la pasión y el amor.
La escuela, invento humano, cuando nos adoctrina se convierte en sectarismo vacío. Cuando nos pone enfrente de las cuestiones, los hechos, los dichos, los actos… de antes o de hoy nos llama a descubrir quienes somos frente a cualquier fenómeno. Así, dueños de nosotros podemos convivir con otros, educados por fin.
Miguel Bazdresch Parada