Una declaración a la ligera como la hecha por el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, en un programa de televisión, donde calificó de golpistas a los padres de familia que desesperadamente protestan, mientras ven cómo sus hijos con cáncer están en riesgo de morir por falta de medicamento, en cualquier lugar del mundo le habría costado el puesto, cosa que parece ser en México no va a suceder.
Una tremenda insensibilidad, y una falta de empatía con quienes no solo padecen uno de los males más terribles fue demostrada por el funcionario que se aleja totalmente del juramento hipocrático para cambiarse el bando hipócrita de defender una causa política antes de defender el derecho a la vida y el derecho que tienen a la manifestación las víctimas de un sistema que no ha sabido manejar esta crisis.
Así las cosas asume la posición de muchos políticos que a la hora de detentar el poder ven una amenaza en todo lo que es contrario a sus intereses, en todo aquello que han fallado y que los gobernados les recriminan y asumen una posición fascista en la que sólo ellos son poseedores de la verdad.
No me quiero ni imaginar cuál habría sido la respuesta de las huestes que hoy conforman el gobierno y el partido en el poder si estas declaraciones se hubieran dado en cualquiera de los sexenios anteriores pero hoy parece que pasarán de largo como el rotundo fracaso en la política de atención a la pandemia.
Si por cada falla detectada en el gobierno los mexicanos recibiremos el calificativo de golpistas, en dónde quedan las libertades que dicen defender, nada más alejado de la realidad y hoy no parece que vaya a moverse a LópezGatell de su posición, ni siquiera un mínimo llamado de atención pese a que sus declaraciones se dieron el fin de semana.
No señor LópezGatell, no quiera atribuir los errores cometidos por el actual gobierno en materia de salud a intentos de golpe de estado orquestados por movimientos desde el extranjero, la historia al final del día juzgará la mala actuación que han tenido en el tema de administración de los servicios de salud.
Si apoyar a los padres de estos niños nos convierte en golpistas, entonces sí lo somos.
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